
No anda muy activo este blog -y no importa a nadie, casi ni a su autora. La tarea fundamental consiste en comunicarme en un nivel en el que no se deslicen las quejas, los problemas irresueltos o las presiones. Simplemente por no saber, suelo quedarme en silencio.
Esta mañana alguien querido me preguntó "¿Cómo estás?" y, sabiendo que no se merecía una respuesta de compromiso, un simple "Bien" de esos de tranquilizar conciencias, contesté "No sé". (He aquí en estas dos líneas un microrrelato, al menos uno que me gusta a mí).
Es que cuando mis ideas están amontonadas, confusas, imprecisas y urgidas de hervores, estos han de producirse en otro medio, por tanto no aparezco más que para el telegrama. Dejé tiempo atrás (aunque la tentación, a veces, me lleva al borde del precipicio) de utilizar estos medios para los desahogos, la pataleta obscena 2.0 . Y eso es todo y no hay mucho más que contar. Atravieso tiempos turbios, estoy en guerra conmigo misma, y no me dejo el más mínimo resquicio para que penetre el sentimiento, cualquiera que éste sea. Si pudiera al menos concentrar en alguna forma, mínimamente literaria, esta nulidad de sentimiento, esta podredumbre, quizá se podría sacar algo del proceso en que me voy asemejando -por no hacer daño, por no hacerme más daño- a un autómata.
Hay una canción. No quiero explicar más de ella. Le dan al click si les apetece y punto.
Y no es que me pasen cosas terribles. Más bien al contrario. Ciertamente hoy me ha pasado algo hermoso y por eso vine a contarlo. La guerra conmigo misma tiene sus treguas, y por supuesto que el reverso de la guerra es esta otra irregular batalla: la obligación de salir a la calle, mantener cierto aspecto, sonreir a las personas bonitas, que son muchas, aparentar que todo-va-bien, que todo-es-lindo. Soy Israel y Palestina al mismo tiempo. Soy un ejército que lucha con tanques y soy un ejército que sufre los obuses. Pero este mediodía tenía una genial excusa para ponerme la máscara de Jekyll, maquillaje suave mediante, vestido primaveral, y salir a ver a uno de los escritores vivos que más admiro, Yuri Herrera, que recibía un premio hoy en Madrid. (Le conocí cuando le hice esta entrevista, y a él dedicamos uno de nuestros primeros programas.)
Él venía a recibir su premio, yo fui a saludarlo, pero también a recibir un "premio". Hace algunos meses tuve la desfachatez de enviarle algunas prosas que redacté el pasado verano, a modo de microrrelatos. Y él ha tenido la osadía de poner uno de esos textos en la revista que edita junto a otros escritores en México, El Perro.
En el número 16. En éste.



8 comentarios:
A mí me importa...
Qué bonita la biografía.
En realidad, iba a mandarte esto http://www.youtube.com/watch?v=VUvILO8qNgE
...pero acababa de subir la foto.
Bendita casualidad.
Letra de Corcobado (bendita ídem).
Cuídeseme...
Ya sabia que te importaba. Ya lo sé todo. Y fuiste tú el que me hizo acordarme de esa canción, que es banda sonora de casi todo lo poco que escribo. Beso.
/ Elenac, soy una pedante asumida y por eso quedó bonita ;)
Este blog importa.
Te mando un abrazo, Carolink.
...Sabía ya algo de lo que cuentas aquí, pero es que lo cuentas tan pero tan bien...
...Espero que un día que saques a pasear "el perro" por Antón Martín me des un toque...
...(gracias por el blog futbolero, está muy bien)...
...Beso graaaaaaaaaaaande...
a mi me ayudas, me proyecto en tus letras, en tus vidas.
Mi querido anónimo... mire que en mis vidas a veces hay demasiada sombra. O un sol abrasador. Los términos medios desaparecieron. Abrazo fogoso.
Publicar un comentario