viernes, 17 de junio de 2011

Microfeminismos

Estoy muy calladita sobre el tema feminismos estos días. Estoy muy calladita sobre casi todos los temas. Acumulación de trabajo, no mucho más que el que tiene cualquiera en una situación de empleado laboral, sólo que no soy empleada y tengo, además de clientes, una jornada a tiempo completo de madre y ama de casa.

En torno a las acampadas, el #15M y los grupos de trabajo feministas han existido una serie de polémicas que han puesto de relieve algo que vengo pensando desde mi -más o menos reciente- toma de conciencia: que en algún punto, entre los setenta y los ochenta del siglo XX, se perdió el empuje; hombres y mujeres -sobre todo éstas- hemos crecido recibiendo una información del todo sesgada. En mi generación (podéis contradecirme los nacidos en los setenta), se nos dijo que habíamos avanzado tanto, tanto, que ya accedíamos a casi todas las profesiones imaginables; que la lucha feminista estaba consumada; que el campo de batalla estaba, quizá, en las interrelaciones domésticas y en esa eterna cantinela de la "violencia de género", amplificada hasta la saciedad, y probablemente con razón.

Pero esa violencia se ejerce a diario en aspectos de apariencia inocente, y es ahí donde se ha de trabajar. Niños y niñas están siendo programados desde que nacen. Estos días, en el blog que mantengo en Yahoo, escribí sobre una familia canadiense muy curiosa, que había decidido no contar a nadie, ni siquiera tíos o abuelos, si el bebé recién nacido en casa era niño o niña: absolutamente shocking.

Hoy mi hija pequeña (5 años) me trae el discurso que tiene que leer frente a todos los compañeros del colegio en la "graduación" que se celebra con motivo del fin de ciclo, Educación Infantil. Y hallo esto: "Esta nueva etapa que vamos a descubrir es uno de los primeros avances que tendremos en nuestra vida hasta que seamos peluqueras, abogados, médicos, camareros, ingenieros, mecánicos, profesores...".

He hablado con las profesoras que están organizando la "fiesta de graduación": No me parece de recibo que la única profesión que incluya el femenino sea la de "peluquera", una profesión absolutamente respetable; pero el mensaje es muy falaz.

Me han mirado con cara rara, condescendiente, y les he dicho que de aquí al lunes V. se va a aprender una versión un poco diferente del discurso.

Uno de los talleres organizados en Acampadasol por la asamblea feminista se llamaba "micromachismos". Entre nosotras y por nosotras, por nuestras hijas e hijos, es urgente y necesario trabajar dentro y fuera, hoy y mañana, en los microfeminismos.

Como nos recuerda Pedro Jiménez en el programa 82, el uso del masculino englobando a todas las personas es una convención más, cargada de machismo, por mucho que se nos diga que es el "genérico". "Genérico" del 50% para el 100% bien puede ser decir "abogada", "ingeniera".
Es urgente y necesario generar microfeminismos desde la más pequeña escala (o escuela).

jueves, 16 de junio de 2011

Tú eliges

miércoles, 8 de junio de 2011

Esto es reflexión

Mensajes en el contestador: a) Desde el ayuntamiento de Sant Quirze del Vallès, una invitación a dar una conferencia sobre Finnegans Wake, de James Joyce, una propuesta extravagante, nunca he destacado por saber algo de ese libro; b) tres agobiantes peticiones de los departamentos de prensa de tres editoriales de Barcelona para que presente tres libros de autores más o menos amigos o conocidos míos, tres libros que yo sé que son horrendos y que me hacen recordar aquello que decía Bioy Casares de que a veces hay amigos que te mandan sus libros y parece que lo hagan para que acabes perdiendo la fascinación por la literatura.

Enrique Vila-Matas, El mal de Montano


Las novelas son de largo aliento. Eso quieren los novelistas. Nadie sabe exactamente lo que significa pero todos dicen: largo aliento. Yo tengo una bebé y un niño mediano. No me dejan respirar. Todo lo que escribo es -tiene que ser- de corto aliento. Poco aire.

Valeria Luiselli, Los ingrávidos


Escribe, que nadie te retenga, que nada te detenga: ni hombre, ni imbécil máquina capitalista donde las editoriales son los astutos y serviles relevos de una economía que funciona contra nosotras y a nuestra costa; ni tú misma.

Héléne Cixous, La risa de Medusa


Que “dentro” somos libres para okuparnos, experimentarnos y resignificarnos. Que el cuarto propio de la amiga Woolf es y no es verdadero, porque si se mira de cerca roza la falacia pequeñoburguesa y resulta francamente irreproducible en según qué contextos; y que en ningún lugar somos más libres que en nuestra vida interior. La colonización sigilosa de nuestros pensamientos es, para muchos y muchas, la última libertad posible.

Autocita de aquí, Prólogo para Lola


¡Somos amapolas, muchas amapolas en el campo! Todas de tallo delgado, rojísimas, fragilísimas. Esforzándonos con ahínco por permanecer agarradas a tierra un minuto más, subsistentes por inercia y fervor. Miro a S. y a su trabajo de (auto)creación y la veo formar parte del puñado de amapolas que, siendo exactamente iguales a las demás, conseguirán pasar la noche, vivir otro día. Su esfuerzo la retroalimenta. Pero no sólo a ella: su hazaña será permitir que, en unas cuantas generaciones más, estas amapolas cabezotas consigan modificar la programación a la que está sometida la especie. En esto consiste su toma de poder: normaliza la anomalía.

Autocita, no publicado


Esto es reflexión.

miércoles, 1 de junio de 2011

Apuntes para una estrategia

(Un poema de José María Gómez Valero)

Ellos,
quienesquiera que seamos,
siempre serán más.

Nosotros,
quienesquiera que sean,
siempre seremos menos.

Una vez dicho esto
pasemos a la acción.

http://www.twitlonger.com/show/ams2bt

Escribir más y largo sobre la situación actual de las acampadas y sobre todo acerca del relato exterior, omnímodo, de lo que está pasando. Eso quisiera pero no alcanzo.

Ésta es mi cama en estos días en que paso unas quince horas al día sentada al ordenador (mi cuarto propio conectado, visto por uno de sus flancos).


Y ésta es una selección de las octavillas diseñadas por mi hija Arancha (10 años), horas después de nuestra visita a la #acampadasol (poco antes de las elecciones 22M)


Tenía algunas más y no los encuentro ahora.

Tengo una colección de cuarenta o sesenta enlaces por leer con respecto al tema de las acampadas.

No me gusta usar la etiqueta #indignados. He pasado al siguiente nivel. Mi indignación ha dado paso, en las últimas dos semanas, a mi hambre de futuro.

Tendría que contar con días de setenta y dos horas para dar cuenta de la manipulación tan bestial a la que está siendo sometida la revolución tranquila desde el día posterior a las elecciones.

Nuestras ambiciones, nuestro hambre (hablo en una primera persona del plural sin haber pasado ni un solo día en las acampadas) no se acaba con una visita a las urnas. Eso es lo que ellos se creen.

Después, el viernes 27, vino el intento de desalojo (o desalojo completo) de la #acampadabcn. La indignación también dio paso a la vergüenza.

Y veo brotar a mi alrededor a seres tibios, gente de mi edad y aún más jóvenes que, tan cagados en el alma y en el futuro como yo misma, miran al movimiento con escepticismo. Creyéndose lo que ha contado la Ser, el ABC o La Vanguardia (que no me da de comer, me paga un artículo cada tanto).

Ellos hablan, en verdad gritan, más alto y más fuerte. Nosotros somos menos. Pero resistentes. La única estrategia posible es hacerse omnipresente.

Y escribí hace pocos días:

Y las acampadas prendieron... en los niños de 10 años que las visitaron y se empoderaron