viernes, 22 de abril de 2011

Il corpo delle donne

Leo y escucho en textos de signo feminista la alocución "reapropiación de los cuerpos" y pienso en ella a menudo. Estuve hace unos días en la exposición Heroínas (sólo vi la mitad que está en el Thyssen) y los temas que me vienen dando vueltas parecieron confluir a través de la narración propuesta.

Como dice su presentación, revisa representaciones de la mujer "fuerte" y "poderosa", alejada de estereotipos (aunque me tuve que encontrar, en la tienda de souvenirs, inexplicablemente esto:)


Mientras recorría esas salas, me di de frente con la evidencia de que me molestaban aquellas representaciones (también en el cuarto "Amazonas" o "Atletas") que giraban en torno a la belleza. El resumen de mis sentimientos estaba inscrito en la mirada y la actitud de las bellas "segadoras" de Jules Breton. Se me aparecía evidente que esas mujeres (las tres, al menos, escogidas en la exposición) llevaban encima sus atributos físicos a pesar de ellas mismas, como una carga.


Y supongo que lo que me hacía algo irrespirable el conjunto, a pesar de sus buenas intenciones, es el hecho de que buen número de esas representaciones no están hechas por las propias mujeres. Son honestos intentos, desde luego, de descolgar a la mujer de los epítetos más obvios, aunque si miramos un poco más de cerca, con lupa, algunas de las representaciones más transgresoras están basadas en la mitología griega (esto habría que pensarlo más despacio, pero los veinte siglos de cristianismo no han sido más que un entorpecimiento, en muchas cosas).

Belleza y defecto: ni son absolutos ni están dentro de los cuerpos; los presta la mirada del otro. Y tanto mirada como narrativa han venido hechas por los hombres a través de los últimos siglos. La mirada propia versus la mirada extraña, la que nos desarrolla versus la que nos codifica, eso está en la exposición aunque hayan pretendido ignorarlo. Y los estereotipos de belleza no serían lo que son si no viniesen dados por una narrativa escrita por hombres desde que el tiempo es tiempo.

Vengámonos a las representaciones más contemporáneas, hechas por las propias mujeres. Vi obras que repensaban los esquemas dados: se tomaban el esfuerzo de recodificar las conceptos, a través de mitologías y símbolos de la cultura. ¿Cuál es el problema? La artista contemporánea pierde el tiempo tratando de desmontar siglos de códigos hechos (como, pude comprobar hace poco y dejaré caer por aquí en cuanto tenga un minuto: las críticas literarias perdiendo nuestro tiempo en señalar los vicios de la crítica literaria heteropatriarcal y masculino-capitalista, es un gran lastre). Mientras el divorcio del público con el arte contemporáneo es ya un tópico kitsch, la mercantilización del cuerpo avanza, y el concepto de belleza se desarrolla a modo de imposición seductiva en los discursos comerciales y publicitarios.

Y todas, todas, todas nos los comemos con patatas.

Tómense un respiro en esta larga entrada (que ya es demasiado larga) para ver este documental cortito:



Si habéis dejado de vomitar ya, os recomiendo otra pieza, que creo que presta la dimensión adecuada a lo que acabáis de ver: esta otra película se llama Videocracy y está producida por la factoría sueca ATMO. Sin estar contada desde el feminismo en forma directa, su relato es todavía más desangrante, en lo que toca a la política de los cuerpos. Podemos -no debemos- quedarnos con la obviedad de que el relato concierne a Italia. No se puede separar, en este mundo globalizado, el alcance de esta mercantilización, y de hecho el invento de la televisione di Presidente no sería lo que es sin la industria de los cuerpos asociada al marketing y la publicidad. Y eso no se ha inventado en Italia.

A donde yo quería llevar este texto es a la necesidad, que asalta a Lorella Zanardo, la narradora de Il corpo delle donne, de retomar lo nuestro. Reapropiación de los cuerpos debería querer decir la obligación de reescribir, entre otros, el concepto de belleza, impuesto desde fuera sobre nuestra fisicidad. Empoderarse, a expensas de cualquier cosa, incluso del dinero y del trabajo, de nuestras narrativas.

Y en este punto, aún, no tengo más que preguntas, puesto que esa reapropiación tiende a materializarse en una vuelta de tuerca que lleva exactamente al mismo sitio. No dejo de verlo y todavía me queda mucho por dilucidar, pero podría resumirse en: "No es él el que me dice que me desnude, me desnudo yo". Y así millones de muchachitas en el mundo entero, sin necesidad de ser abducidas por las mafias ladronas de cuerpos y explotadoras de mujeres, se someten sin aprensión a, exactamente, las mismas lógicas capitalistas. Aquí no cierro nada, pero esa vía de empoderamiento no surte, a priori, más efecto que el de hacer pipí en un río.

O follamos todos...

Soy muy dada a contar los pequeños pasos dados en cualquiera de mis proyectos, aunque no signifiquen gran cosa, quizá sólo por manifestar algo como "hey, chicos, estoy trabajando". Puesto que pasan semanas y hasta meses entre mis ratos de trabajo en esos "proyectos que me dan la vida", los avances son mínimos, siempre, la consecución de los mismos está constantemente lejos, y ponerlos de manifiesto sirve para créermelos un poco más. En definitiva, se me hace infantilmente necesario mostrar el resultado de un par de horas de trabajo, por tonto que sea, y activar mínimamente este blog.

Hoy he dado vueltas al documento donde recabo todo lo que podría servirme, eventualmente, para un ensayo que-todavía-no-sé-qué-es y que lleva por título provisional La vida sin hombres. He reorganizado la información y los datos, pero el más nítido logro ha sido "fijar" los epígrafes del libro (y casi, casi, un índice de contenidos):

"... que las mujeres no valíamos para ninguna actividad seria, ni siquiera para la costura o la cocina (...). Y el llamado trabajo intelectual era decididamente horrible y ruinoso."
Franziska von Reventlow - El complejo de dinero

"What will liberate women, therefore, from male control is the total elimination of the money-work system, not the attainment of economic equality with men within it."
Valerie Solanas -Scum Manifesto

"O follamos todos, o la puta al río"
Dicho popular

martes, 19 de abril de 2011

Cul-de-sac

Hace pocos días, en una de esas escasísimas ocasiones en que converso con gente fuera de esta pantalla, dije: "Ya nunca más, cuando alguien me pregunte si escribo, diré que sí. Si alguien quiere saber en qué proyecto ando metida, diré que en ninguno". Nunca más crearé expectativas falsas. Sobre todo a mí misma.

Me siento como un arriero haciendo avanzar medio paso por hora a cada res de ganado, en lo que se refiere a mis proyectos. Dispersada en mil espacios. Qué es esto que llevo adelante, sino la narrativa sin narrativa. Confirmo que prácticamente no hago otra cosa que escribir y que no puedo enseñar nada a nadie, porque todo está a la vista. Confirmo que deseo/necesito escribir. Pero ni deseo ni necesidad. Básicamente, no sé hacer otra cosa.

Empecé a llevar un diario a los seis años: van treinta y uno. En treinta y un años no he conseguido acabar una sola pieza mostrable, ni uno solo de mis proyectos de ficción ha llegado a concluirse.

Cada día me planteo (coartada o necesidad) la importancia, la pertinencia de parir más ficciones al mundo, de colocar toppings sobre la gran ensaladera de la ficción contemporánea. Alabo y admiro a las personas capaces de creer en un proyecto, en uno solo, por el tiempo suficiente para llegar a terminarlo. Gasto mis días, entre otras cosas, en leer y reseñar lo que otros sí han escrito. Invierto tiempo y esfuerzos en hacer visibles sus proyectos. Los míos duran alrededor de quince días con cierta incandescencia. Después, nada.

Ellos montan las ficciones, yo las desmonto. Mi devenir actual corre en forma de crítica y pensamiento y los temas vienen marcados por sus ficciones, ellas sí, concluídas, mejor o peor, editadas. Continúo con los diarios. Sólo los he dejado en dos ocasiones. Cuando me enamoré mucho y me olvidé de ciertas esencias. Cuando me desenamoré y pasé algún tiempo sin poder hablarme a mí misma.

Y la paradoja se hace evidente. Qué hace una persona que no es capaz de completar un solo cuento desde hace varios años creyéndose en el derecho de criticar lo que escriben los demás. Qué hacen ellos con sus ficciones invadiendo mi imaginario y consumiendo mi tiempo. Qué culpa tienen. Lo que yo sé es que estoy en un cul-de-sac.

También sé, y aunque la tipografía sea la misma lo digo con letra pequeña, que mis treinta cuadernos son el material que necesita mi futura remezcla.

jueves, 7 de abril de 2011

In love with a view

Los chilenos llaman "panorama" al plan de movidas para hacer en la tarde o el fin de semana: "qué buen panorama", "qué lata, no tengo panorama". Todo lo que cabe en el ocio es "panorama" y yo tengo delante uno amplio, ancho, inmenso, casi inmanejable. Tengo tanto panorama que no sé qué hacer con él.

Este largo periodo de sequía y precariedad me ha dado fenomenales vistas sobre el mundo. Como extraído de algún capítulo de Un cuarto propio conectado (Remedios Zafra), todo ese ocio que no puedo ejecutar por falta de movilidad, flexibilidad en mis tiempos y quehaceres (de madre trabajadora a un 200 por cien del tiempo), lo obtengo -o lo intento- de las redes. Digo que no quiero conocer más gente por internet, pero en realidad a la mejor gente del mundo la conozco por internet.

Pero a veces puedo. Puedo ir a la raíz, a las coordenadas espacio-tiempo, y no sentarme (en mi cuarto propio conectado) como espectadora de un streaming. A veces -y raras veces coincidiendo con la ejecución de los hechos- salto desde el cuarto propio hacia la calle. Grito y maldigo y hago, en la calle.

Que es lo que más me apetece hacer últimamente.

Tengo una gran cantidad de posibilidades, de panoramas, delante mío. Tantos que no los sé manejar. Tantos que, quizá, me vienen grandes. Son como carros de los que tiro algunos centímetros cada día. Son como enormes ollas todas bullendo a la vez sobre los fogones, y he de ser lo suficientemente ágil para remover su contenido con cucharas de palo, cada una en su momento. Como en aquel clip de los Looney tunes (me parece recordar, o quizá invento) en que Elmer ha de mantener una gran cantidad de platos girando simultáneamente sobre varillas de madera. No sé si lo he soñado.

Me voy a Sevilla el fin de semana. Hago una presentación de libro (ver entrada anterior) y me moveré por los muchos estímulos dispuestos por la ciudad para mí. Últimamente, una gran cantidad de cosas tiran de mí hacia Sevilla, que es mi ciudad al cabo, pero una en la que no vivo desde 1999. Tira de mí Estado Crítico y la entrega del premio Mejor Ensayo 2010. Tira de mí el 13 Zemos 98, del cual ya me he perdido la mitad de las citas interesantes. Tiran o yo tiro hacia ellos. Al cabo, panoramas de los que enamorarse perdidamente.

In love with a view