sábado, 30 de julio de 2011

Ya estamos otra vez

El Cultural. 29/07/2011. Malas noticias. No se ha muerto nadie. Sigue muerta la crítica cultural de género. 15 blogs "literarios", esto es, de crítica y reflexión sobre literatura, se nos dice que son los mejores. 15 escritores y sus "bitácoras" (horror de palabra). Todos hombres.

Hay muchas más cosas que se pueden desenmarañar de una lista así que es, además, ejemplo de "canonización" a la que los suplementos culturales son tan adictos. Han existido agitados y sanos debates en otros espacios. De hecho, estaba a punto de dejar enterrados estos apuntes porque ya se ha hablado mucho. Pero no, oiga usted, mientras pueda y no me vaya nada en ello, no me callo. La única cosa que me parece verdaderamente criticable es la ausencia de mujeres.

La paridad (otra feísima palabra) es un esfuerzo arrealístico de signo buenrrollista. De eso no quiero. Ahora, esto otro también es arrealista. ¿No existe ninguna mujer escritora y bloguera que pueda estar en la misma lista? Intentemos conocer, por deducción, los criterios: que sean blogs de escritores con libro (creo que todos los autores son publicados); que sean de crítica, parece ser, aunque no sea estrictamente literaria; ¿que los escriban hombres?

Después he sabido que la lista se confeccionó consultando previamente a unas veinte personas del mundo de las letras "en español". Y algunos de ellos se han defendido: "Yo voté a mujeres". Pues no se ha colado ni una. También: "Pues son dos mujeres, directora del suplemento y directora de libros", aunque ese argumento sinceramente no dice nada, salvo de la, otra vez, ausencia de la crítica con perspectiva de género en toda nuestra cultura.

El caso es que dentro de esos estrechos márgenes que parece revelar la lista, no se me ocurren a priori blogs de mujeres. He tenido que pensar y expurgar. Pienso en bloggers fabulosamente críticas con su entorno cultural, pero no tienen libro publicado. Pienso en mujeres "de las letras" impresas y mantienen blogs de intimidad, de diario, de creación poética, pero no de crítica. Pienso en mujeres-guadiana que abren un blog y lo cierran y abren otro y tal cual. Pienso, pienso, pienso...

Pienso en mi mismo lugar. No voy a hacer el conteo, somos muy pocas mujeres haciendo crítica literaria en las revistas, suplementos, medios de cualquier tipo. En el blog colectivo de crítica en el que participo somos más de catorce, sólo yo soy tía. Y no es porque lo quiera así.

Elvira Navarro, en su muro, enfoca la cuestión desde otro ángulo: no estamos porque no somos, y es responsabilidad nuestra ser. Me gustaría estar de acuerdo con ella. Y desmontar para siempre el victimismo, la indolencia, el silencio, la confraternización, la dependencia de criterio, la tendencia al dejarse llevar y a aplacar el enfrentamiento.

Tendría que recoger aquí algunas notas de Un cuarto propio conectado de Remedios Zafra, que recomiendo mucho, y en el que se admite que tenemos ahora un acceso inimaginable, mujeres y todos, a espacios de creación, colectivización del conocimiento y consumo de cultura como no habíamos tenido antes. Pero no se puede ser tan inocente como para suponer que estos espacios, y dentro de Internet los blogs, por ser libres, gratuitos y distribuidos pueden ser de todos de manera igualitaria.

Ok, es responsabilidad nuestra no asumir un espacio crítico, no creernos con la voz grande, poderosa, categórica de los que destripan obras en la red y propagan su opinión. Pongamos una sola traba al razonamiento de E.N.: ¿Qué hay, por ejemplo, de las condiciones de producción? ¿Están hombres y mujeres en las mismas? Partiendo de que "no se recibe absolutamente nada" por escribir un blog (en la lista hay varios que son pagados por medios), alimentar uno de estos espacios implica un gasto de tiempo y energía, ¿a qué se lo dedican ellas si no están haciendo blogs de crítica?

La invisibilización se produce a muchos niveles, y el de la autocensura no es el menor. Llevo haciendo crítica desde hace mucho. A nadie le pedí permiso. Pero, sinceramente, hay muchos días en que me dan muchas ganas de callarme. No sé si será cuestión de género, desde luego sí de carácter, el que no me apetezca hacerme enemigos y llevarme puyas grandiosas (insultos personales también) tanto si doy sopapo como si opino bien de un libro.

He llegado a una conclusión de ayer a hoy: la lista no tiene un problema por los votos de las personas consultadas, ni lo tiene por el criterio editorial de las directoras, ni por la tendencia de ese medio a canonizar a su alrededor. Lo tiene porque la sociedad lo tiene y seguimos sin plantearnos debidamente ciertas evidencias.

Anexo_Actualización 31_07_2011
No puse mis blogs aposta. Primero, porque mi criterio, autónomo, no es equivalente al de 34 consultados. Segundo, porque no me interesa hacer un canon: soy una lectora de blogs arbitraria y dispersa. Tercero, porque me gusta que todos descubramos por nosotros mismos. Y, finalmente, porque dentro de esos criterios que se pueden inferir de la dichosa lista, no encontraba mis propios ejemplos: esto es, mujeres autoras publicadas y, solitas, constantes con un blog (de creación y crítica).

He aquí algunos de los blogs que son referente para mí (no estrictamente literatura, sí cultura, y muchas más cosas; algunas de éstas son, además, pioneras en los blogs en España)
Petite Claudine
Elena Cabrera
Preescolar
Vidas de santos
Reinohueco

He aquí otros, que abarcan temas como la creatividad, la escritura, los procesos de (auto)edición y más; algunos de estos blogs son estrictamente de creación, y algunos han llegado hasta mí a raíz de la dichosa lista (se admiten incorporaciones):
Claudia Apablaza
Silvia Nanclares
Luna Miguel
Cristina Rivera
Cristina Morano
Jara Calles
Noemi Guzik

Por otro lado hay montones de blogs interesantísimos que no responden a un solo autorx, son colectivos:
Libro de Notas
La tormenta en un vaso
Estado Crítico
Afterpost (dormitando, al parecer)
Butano popular
Mamajuana

En casi todos ellos hay colaboradoras, aunque la proporción no sea muy grande. Es interesante observar que la reciente revista Mamajuana, compuesta en su mayoría por gente muy joven, es en donde más mujeres hay.

Insisto en que hay un problema de criterio; como individualidades están, no son muy leídas, no son consideradas, y son por tanto poco "influyentes" (a los ojos del mundo, y ése es el daño que las listas de este tipo hacen). Por último, y creo que también importa, a mí me parecen estupendos algunos de los blogs de la lista, pero la mayoría son una trasposición a la pantalla de columnas de opinión, que ni siquiera incorporan hiperenlaces.

jueves, 28 de julio de 2011

Creatividad

Primero esto



Y luego esto

viernes, 22 de julio de 2011

Acrítico género cultural

Estoy harta de tener que justificarme.

Echad un paso atrás y veréis que no es tan terrible lo que decimos los y las feministas. Bajaros de vuestros podios y dejad de tener miedo de perder privilegios, porque son privilegios muy insignificantes. Sopas con hondas nos van a dar a todxs.

Estos días he tenido un compañero de piso, un inquilino en la habitación que tengo libre. Es escritor, latinoamericano, y lo considero persona con mentalidad abierta. Así y todo, he tenido con él largas conversaciones sobre lo que significa ser feminista en el "primer mundo precario" de este principio de siglo XXI.

En una de éstas tuve que utilizar mi mejor arma: "Hace cuatro siglos, el paradigma mental nos permitía tener seres humanos debajo de nuestros pies y utilizarlos como esclavos. Ahora nadie podría considerar a un ser humano de otro color un ser inferior. Con las mujeres sigue sucediendo, subrepticiamente. Se nos paga menos en los empleos, se nos relega al espacio privado, a las tareas domésticas y a los cuidados, y nadie parece darse cuenta del terrorismo que eso supone".

Aún existen muchos de vosotros que no os habéis parado a reflexionar del lugar de privilegio absurdo que habéis heredado y que os gustaría perpetuar. No detectáis en el aire la constante sangría de la presencia de mujeres en todos los espacios del intercambio, la cultura, la política o los negocios. Las que consiguen estar tienen que renunciar a mil cosas y pelear -el doble- con prejuicios estancados. Y eso tampoco se nota.

Por centrarnos en lo cultural, podemos mirar, por ejemplo, los datos de esta nota aparecida en El País hace ya muchos meses. Los del suplemento se hacen unas listas y, en lo literario, se recogen 180 nombres, con sólo un 13% mujeres. Algo después nos cuentan que, de 18 críticos, sólo 3 son mujeres. ¿Por qué tendría que ver un dato con el otro? ¿No he leído yo misma, indistintamente, a escritores y escritoras durante los últimos treinta años?

Hay que reconocer algo y es que a las escritoras hay que buscarlas más. Sentir interés. Pero una vez que empiezas (contradecidme) ya no puedes parar.

El feminismo como pensamiento político de primer orden. Esta semana me he encontrado (vía @hijotonto), con regocijo, esa frase en un texto en dos partes. Escrito por Andrés Neuman, personaje de nuestras letras recientes a quien no tengo mucha simpatía. Aquí el texto uno, aquí el texto dos.

Lo primero que pensé fue: bien, si uno de "ellos" se atreve a decir: "Su escritura (de los escritores) omite de entrada las relaciones entre ficción y patriarcado" es: vamos por buen camino. Más: en realidad, la escritura de las mujeres (muchas) también la omite, el pensamiento feminista y la crítica cultural con signo de género está completamente doblegada y subvalorada debajo de la enorme producción/edición literaria a cascoporro. La perpetuación de los estereotipos es lo que mola, al parecer, y vende. Y, en eso, no he dejado de estar de acuerdo con el Lector malherido y viejas reseñas suyas.

Más adelante, he de leerle: "Los escritores hombres heredamos una doble laguna" y empiezo a sospechar. No es éste el espacio para hacer un análisis muy concienzudo; pero, como no tengo otro...: los escritores y las escritoras heredamos todas esas lagunas, las mismas, porque la sociedad es la misma para vosotros y para nosotras. Dejémonos de monsergas. Los micromachismos nos los han inoculado las abuelas (y los abuelos) a ti y a mí, Andrés. Sólo escribiendo, sólo leyendo, sólo pensando, sólo abriendo la mente podemos llegar a darnos cuenta de la losa tan enorme que el heteropatriarcado nos lega, aún, hoy, todavía, cada día, cada minuto y segundo que nace un nuevo niño y lo vestimos de azul, nace una nueva niña y la vestimos de rosa.

Es urgente y necesaria la introducción de una perspectiva de género en nuestra crítica cultural, como ha sucedido a través de los siglos con el colonialismo o, más cerca en el tiempo, con las migraciones desde el "tercer mundo". Y, si bien el gesto de Neuman se aprecia por valiente, a priori, por ser una voz que se pone de parte de una tendencia con muy poquita buena fama, también tuve que admitir (después de leer sus textos cuatro o cinco veces) que adolece de una mirada paternalista de la que tenemos que librarnos de una buena vez, vosotros y nosotras, todxs.

No puede ser que señalemos, por ejemplo, un libro que pudiera tener una perspectiva racista, pero nos parezca normal que dentro de una novela publicada en 2010 todos sus personajes femeninos sean la madre del protagonista, que le prepara los cocidos, y una novia que no hace nada salvo esperar que llegue el día de la boda (el ejemplo lo acabo de inventar, pero podríamos encontrarlo con un poco de trabajo). Bien es verdad que este tipo de argumento podría darse para, por su medio, criticar ciertas realidades. Es el caso de un librito que he leído recientemente, El camino que va a la ciudad de Natalia Ginzburg.

En mi trabajo como crítica literaria, tengo que encontrarme de todo y también con personas que no entienden que siempre elija libros de mujeres o que resalte las características "de género" que se desprenden de alguna ficción. Hasta hace bien poco no era un objetivo, ahora lo es todo el tiempo que desarrolle crítica cultural. ¿Por qué? Para contrarrestar. A riesgo de, por ejemplo, perder espacio de crítica para señalar algunos de estos desequilibrios.

En otro momento de este blog me quejé en voz alta de la estúpida lectura de la serie Mad Men escuchada en una conferencia, en la que prácticamente se atribuía toda la personalidad esquiva y descomprometida del protagonista a la cualidad de "puta" de su madre. En fin.

De regalo, una viñetita que lo resume todo:

Un pelín de esfuerzo y todos tendríamos una vida más compleja. Más feliz, justa y equilibrada, también.

miércoles, 20 de julio de 2011

Un sepelio contundente


Descansados, descalzados, nos movíamos por las dunas tiempo atrás. Hoy me he venido a este lugar de nuevo, con tu perro, que te ha sobrevivido. Al que sólo tolero por ser la última cosa tuya que me queda. Un perro no es un buen amigo, por mucho que se empeñen.

En la trastienda de un anticuario sardo, hallaste una caja de insignificante lata. La decoración, volutas japonesas. Sin haber pedido permiso, es allí donde guardo los lazos de cuero con que me hago atar cuando viene F., el conferenciante habitual de la Universidad, siempre obsequioso en sus visitas; o cuando viene M., el farero, a quien no le gusta esta casa por estar, dice, aún más aislada que su morada. No sabe él cuánta isla llevo adentro. Aún así, me muerde y me ladra como un perro. No se lo pido yo.

Estos cirios, estos velámenes... Lo intentaste, pero aún quedó mucho trabajo pendiente para hacer de esta casa algo parecido en afán coleccionista a la casa del poeta. Ese, a ti, te parecía un burgués. Y tú, ¿qué eras? No puedes censurar mi soledad, que es sólo soledad de ti y de tus cosas, arrambladas, hace tanto, por tus hermanas.

Esa mañana en el bote. Allá solos en medio de la ensenada. Me gritaste. No sé por qué volví. Conjuraste tormentas. No soy irreprochable, hasta ahí llega mi sabiduría; y tú también lo sabías al comprarme a mi anterior dueño. Diríase que se te había olvidado aquella marca, aquellas condiciones, aquel precio de saldo. Cualquier baratija de la casa, aquellas postales de siglo XIX, habían sido más caras que yo. Tesla era un piromaníaco y yo un cornudo adelantado, eso decías. Pero yo llevaba catorce años allí, contigo, tu perro y tus gin-tonics al atardecer. Subiste tanto el tono que me hundiste en los viejos abismos. Eso fue: para resurgir, para no tener que llamar a la puerta del infierno, cogí aquel remo.

Insistentemente huyo de mi juventud de mujer aspirante a poeta y me reciclo en personajes que sirvan a otros a entenderse. Ser actriz secundaria redujo en mucho mis inclinaciones a la parafernalia, fue el medio para evitar la nostalgia de lo no alcanzado. El fracasado siempre era otro. Y yo la viuda.

Ese pelo tuyo. El sepelio tuyo. Me quedan cuatro pelos, y aunque no venga nunca nadie, uso la peluca que heredaste, ésa que te daba tanta grima. Estoy harta de caminar por la playa, sin dientes, sin pelo, con perro. Esta noche pediré al farero unos buenos azotes. O un cirio encendido.

PD. Este cuento tiene dedicatoria II

Código fuente:

La condesa sangrienta

La casa del poeta (foto)

Tabú

jueves, 14 de julio de 2011

Economía de la literatura de los cuidados



- Cuando fui a verte la última vez, que me habían dicho que estabas enferma, quería preguntarte si te querías casar conmigo. No sé cómo se me había ocurrido esa idea absurda. Sin duda hubieras respondido que no, te hubieras reído o te hubieras enfadado, pero yo no había sufrido tanto. Lo que me ha hecho sufrir que tendrás un niño, que tú con esta esta cara, con este pelo, con esta voz, tendrás un niño y tal vez lo querrás, tal vez te irás haciendo poco a poco distinta, y yo ¿qué seré para ti? Mi vida no cambiará y yo seguiré yendo a la fábrica, bañándome en el río en verano, leyendo mis libros. Antes, estaba siempre contento, me gustaba mirar a las mujeres, me gustaba dar vueltas por la ciudad y comprar libros, y también tenía muchas cosas en la cabeza y me parecía que era inteligente. Me hubiera gustado que tuviéramos un niños juntos. Pero ni siquiera te dije nunca que te quería. Tenía miedo de ti. Qué historia tan estúpida ha sido.
Natalia Ginzburg. El camino que va a la ciudad.


Leí a Natalia Ginzburg, por primera vez, por culpa del libro Las correspondencias, de Pedro G. Romero (Periférica), que es, por cierto, una de las voces de nuestro último programa. Ahora no tengo ese libro, Querido Miguel, se lo presté a una mujer hermosa y valiente.

Tomé este otro, El camino que va a la ciudad, de la biblioteca municipal (úsala mientras se pueda). Anoche, Julián Rodríguez, editor de Periférica, me dijo que éste fue el primer libro que escribió.

Hay mucho que escribir diletantemente sobre la literatura y la creación con visión de género. Hay mucho que discutir. Cuando leo un libro de Natalia Ginzburg (que nació un 14 de julio, tal día como hoy, de 1916, casi el mismo año que mi abuela Francisca) siento exactamente que es ésta la literatura de mujer que no tiene marcas ni necesita reivindicarse de ningún modo. Que no tiene un viso femenino ni feminista, que es gran literatura, que está exenta de estereotipos y que lee la realidad de nuestro lado. De ese lado infinita, permanentemente invisibilizado.

Hitos


Tengo unas ganas que no os las imagináis de parar, cerrar la tapa del portátil y no abrirlo en cuatro semanas. Algo quimérico cuando una es autónoma, freelance, y depende exclusivamente de su trabajo. Tanto haces, tanto ganas, y ganas poco por cada tanto.

Stop complaining.

Hoy sólo vine a recoger uno de los pequeños grandes hitos de todo lo sumado durante el curso. Evaluación final, me pongo un notable.

Comenzar a colaborar en el Cultura/s de La Vanguardia, como ya dije por aquí, ha sido algo realmente grande: por primera vez me colaba en un suplemento cultural, y no uno cualquiera (quizá el que más me gusta de toda la prensa española).

Aquí os dejo los dos últimos artículos -hasta aquí he podido fabricar-.

En febrero salió el titulado Linchamientos 2.0, sobre la muy extendida costumbre de montar ejecuciones públicas digitales, esa cosa.

Hace un mes largo apareció Macarena: patrona del procomún. Me gustó infinito escribir sobre la investigación y la música producida en el entorno del ZEMOS98 sobre las derivas de una canción tan horrenda, tan mítica y tan ladrona.

De regalo os dejo un disco estupendo, que podéis descargar sin culpa.

domingo, 10 de julio de 2011

¿Dónde estabas tú en 1998?

1998. Año en el que se funda ZEMOS98. El acta de constitución legal de la Asociación Cultural comenzemos empezemos está firmada el 4 de octubre de 1998. Legalmente, el colectivo ZEMOS98 veía la luz por primera vez a partir de entonces. El Último de la Fila se separaba definitivamente, mientras el Gobierno español autorizaba la utilización de la base de Morón de la Frontera (Sevilla) a las tropas de Estados Unidos en caso de un ataque contra Iraq. Mientras la película Titanic recibía 11 Oscars, Netscape Communications Corporation anunciaba la creación de mozilla.org para coordinar el desarrollo del navegador web de código abierto Mozilla. El desastre de Aznalcóllar, la detención de Augusto Pinochet en Londres, la transexual Dana International venciendo con el tema Diva en Eurovisión, el Mundial de Fútbol en Francia, la creación de la Asociación de Internautas, la victoria de Hugo Chávez por primera vez en las elecciones presidenciales en Venezuela y hasta el nacimiento de Google. Todo eso ocurrió en el año 98. ¿Dónde estabas tú en 1998?

//Rubén Díaz en el texto: Nosotros, siempre nosotros... más algunos amigos, incluido en Código fuente: La remezcla, Zemos98 10ª edición//

¿Dónde estaba yo en 1998?
Sirviendo de camarera en un restaurante.
Intentando escapar de mi ciudad natal, Sevilla.
Intentando comprar un ordenador para conectarlo a Internet.
Ingresando a ciertos foros y contactando con personas con inquietudes similares.
Enamorándome.
Viajando a Chile (sí, el "hogar" de Pinochet).
Instalándome allí por cuatro años.
Instalando el virus de ese otro lugar en mi ADN.
Y teniendo hijos.

¿Dónde estoy yo en 2011?
Muy lejos de aquello y a la vez muy cerca.
En Madrid y en las redes, sin culpa.
Recuperando narrativas internas y externas.
Recreando otras.
Creando cosas y criando hijas.
Devota de nuevas personas, de nuevas redes, de nuevos amigos.
Remezclando, haciendo del concepto algo central en mi forma de entender la creación. Y escribiendo, de nuevo, un manuscrito que tiene varios años de preparación. Quisiera creer que es la definitiva.
Preparando el último programa de la 2ª temporada de ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor?
Que va de... mezclar y remezclar, de un libro, de una filosofía, de un sistema epistemológico de entender el mundo y de una experiencia.
Código fuente: la remezcla.

sábado, 2 de julio de 2011

Este cuento tiene dedicatoria

Bastantes años ha que remuevo la melancolía y los cafés con leche en los bares. En esto de no usar tacones hay una verdad al descubierto. Recuerdo los cócteles de marisco por todo almuerzo en un lugar en una plaza sevillana que queda muy atrás en la memoria. Era tan pobre como ahora. Hace poco me han dicho que soy poco femenina y por toda respuesta fumé dos cigarrillos más de lo habitual, sintiéndome Alejandra. Pero sin palabras.

No dispongo de barcos, aunque sí de una pizarra: en ella no escribo. Aparecen los nombres de mis fantasmas y obsesiones. Robert Burton, Madame Bovary, Mario Levrero, Pizarnik, Katherine Mansfield y una triste malfollada que no existe desde que no sueño con ella.

Era por junio. Flamaba. No, no flameaba.

Anduve casi a gatas las escaleras de los treinta y cinco pisos que llevaban a tu guarida. Quizá esté exagerando. Me gustaba hacerte esperar e imaginarte tomando una cerveza tras otra al lado de mujeres y hombres a los que despreciabas por su falta de compromiso.

Si no tenemos sueños... me dijiste una noche. Pero yo olvidaba los míos tan pronto despertaba y el otro lado de la cama siempre estaba frío y seco. ¿Sabes aquí? ¿Ese hueco?

Hubo una vez un hombre muy cruel con las personas con las que vivía, a los que maltrataba en sus diarios mientras eran ellas las que le permitían, al hombre, el tiempo y el espacio para escribirlos. Yo no quiero ser así, te dije, por ese dejé de verte.

Y más adelante alguien dijo quererme.

Pero entre un tiempo y el otro nada puede ser contado, salvo de esta forma: no eran trasgos, demonios, monstruos, freaks, pero todos ellos eran feos en extremo y allí encajaba bien. Era una jet set desarraigada que no se vanagloriaba de nada y sabía vivir la vida a concho. Fueron tiempos felices, entregados al puro sibaritismo sensorial: los más hermosos libros, y no otros, eran discutidos hasta la madrugada por la mujer de piel translúcida, parecida a un gusano, y por el jorobado cuyo apéndice servía para asentar las copas de vino. El oso de pelo marrón con manos callosas, humanas, la estrafalaria bailarina bigotuda, los gemelos con sonrisa reventada de dientes negros, el señor que no tenía ninguna tacha salvo negarse a salir de la casa, nunca, jamás. Y yo misma.

Vaciamos varias botellas, una noche, en el agua de la piscina, y bebimos y nadamos desnudos sin tocarnos, las paredes de roble nos hacían sentir larvas del vino. Nos intoxicamos.

Bebía una cerveza, una tarde, buscando el caleidoscopio que me permitiera reflejar el sinsentido coherente de la vida, con el cual pudiéramos acribillar en masa a aquel hombre cruel que detestaba en secreto a su familia. Sabíamos que, llegado el momento, sabríamos cómo encontrarlo. Pero entonces el hombre sin tacha me besó en la mejilla muy cerca de la boca y todo explotó.

No podíamos permitir que lo normal se introdujera. Tampoco yo podía y me fui.

Me he ido tantas veces, de tantos sitios, unas veces más tambaleante, otras menos. Corrígeme si me equivoco: eras tú quien decía que siempre estaría sola porque era demasiado mujer. Para celebrarlo, otro trago.

Mientras, yo, no quería ser nada, salvo un canal de Youtube en el que se introdujeran innumerables piezas remezcladas con mis obsesiones, con las esquirlas, con el mal de Montano y el aliento infatigable de las mujeres y hombres que escriben atendiendo a sus sueños. Cómo odio caminar con tacones.