Querido diario: hace quince años que no te escribo. También hace quince años que un grupo, uno que transformó mi adolescencia, no subía a un escenario. Hoy, viernes 18 de julio, he cumplido con una de las asignaturas pendientes de esos años en que era demasiado joven para volar a Londres a ver conciertos; en que, encerrada en mi habitación, subía el volumen hasta ensordecerme con aquella desgarradora melodía ("You Made Me Realise"). Hoy he regresado al pasado porque Kevin Shields, Colm O'Ciosoig, Belinda Butcher y Deb Googe se han inventado la
máquina del tiempo, esta noche, en Benicàssim. Quizá es verdad que no se hablan, que toda esta reunión tiene algo de farsa. A ratos, mientras daba pie el concierto ("Only Shallow" haciéndome temblar las rodillas), sentía que la química sorda de sus canciones no funcionaba tan bien como en aquel tiempo, y que probablemente el experimento fallaría. Pero -Kevin y Belinda sin hacer cruzar sus miradas ni una vez, como si sólo existieran sus pedales-, me tocaron "You Never Should", la infinita "Come In Alone", el latigazo caliente de "I Only Said", y comencé a perder mis reticencias. Kevin y los demás están algo más arrugados, pero tan solventes, tan entregados a la actuación, de esa forma estática e incomunicada que adorábamos tú y yo, que sentí que yo también podía. Entonces sonó "Soon": no es sólo esa increíble capacidad de entonces para sacarnos de la realidad inmediata, es algo más. Y poco después nos aplastaron -mucho público nostálgico y mucho otro hambriento de intensidad- haciendo una sinfonía de distorsiones y acoples sin piedad alguna,
desapasionados, tercos, por siete minutos largos*. Puede que, pasados estos quince años, tengan hijos e hipoteca -como yo-, puede que no se hayan acercado en un largo tiempo a sus instrumentos -¡incomprensible!-, puede que no les apetezca hacer nuevas canciones -¡qué dolor! Pero lo cierto es que My Bloody Valentine, los de ahora, aman la distorsión y se purifican mediante el ruido. Exactamente como yo.
//Publicado en
Fiber Sábado 19 de julio.
* Después de publicado este periódico, alguien me certificó que fueron ¡catorce! minutos de sinfonía destructiva de tímpanos. Me parecieron pocos a mí.//
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