martes, 14 de octubre de 2008

Vicio. Placer.

Para ti, siempre.

Vicio. Desayunar aquí, sola. Rodearme de otros solitarios, de otros huyendo, de otros que fuman sus cafés y toman sus cigarrillos.
Placer. Estrenar otro moleskine. Rasgar su virginidad. Tener ganas de escribir a las 9:45 am y a las 11:01 pm.
Vicio. Disfrutar de los intervalos de soledad. Disfrutar de los intervalos de compañía, de la fosforescente y multicolor compañía de los que son parte de mí.
Placer. Cuando accedo a estos raros momentos, esto es placer. Aunque esté ausente, tan ausente, ser suya.
Placer. Encaminarme a mi trabajo. Que me permite encenderme como un botón de rosa. Apoyarme en él. Ser mejor.
Placer. Asomarme a mirar la luna de octubre desde mi ventana. Cerrar la ventana y abrir un libro cuyo título es Melancolía.
Vicio. Amarle.
Placer. Dejarme amar.
Vicio. Escribir. Pero ya ni eso. Lo que se lleva dentro no se corresponde con los cigarrillos o el buen sexo. Se lleva.

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