Walter Benjamin
"No tengo ningún interés en pasar a la leyenda / Ni en morder las flores mientras hago el amor"
Esclarecidos
Tanto miedo vertido. Escondido. Agazapado. Sacando los colmillos.
Hace ya varios años que hago críticas. Las publico en Go Magazine (tan breves que no se pueden llamar así) y en Qué Leer; hace pocos meses en Estado Crítico. Y aquí. Soy una completa advenediza en esto de la crítica, las letras las llevo en la sangre sin haber pasado por la susodicha facultad, pero vivo en el mundo y consumo y produzco cultura desde mi humilde rinconcito.
Soy una lectora concienzuda y sé que, incluso sin las bases que muchos tienen y no usan, aprendo según lo practico. Nacieron las antirreseñas para dialogar de una forma muy íntima con los libros, seccionar el qué vale (para mí, como creadora) y el qué no vale. Se puede estar en todos esos mundos sin desfallecer.
Criticar no se puede parecer a arrojar flores al paso de un desfile. Hay que coger ese desfile y destriparlo cuando no exponga más que globos rotos. Criticar no debe ser dar palmaditas en la espalda porque una noche tuviste que sentarte a cenar con el autor y ya le conoces las muecas. Hay que ponerse una lija en la mano y frotar muy fuerte el hombro.
Los que producen no pueden esperar que el mundo absorba sus productos sin contestarles. No se puede esperar el silencio. Cómplice. Cobarde. Constante. Criticar debe ser como follar: o se hace con pasión, a gritos, o no se hace.
El problema está en ese silencio (como ha dicho Elena sobre este cómic). Muchos esperan que la crítica baje la cabeza, borre las señales, se lama las heridas (como pensaron que haría Echevarría en aquel famoso caso). Los hemos (mal) acostumbrado al silencio y no a lo contrario. Callar es tan desastroso como mentir, poner una sonrisita formal, emitir el terrorífico "no está mal".
Me arrogo el derecho de hacer críticas negativas, cuando los productos atentan contra la inteligencia del lector/consumidor al que se dirige.
Mi primer novio: estuve casi cinco años con él. Para cuando terminé la relación, aquello era como la cuarta parte de mi vida. Recién en ese minuto mis amigos y familiares se acordaron de decirme que les parecía un sumo gilipollas. Es que no hay derecho.
//'Tú me quieres callada... Y yo quiero que grites' 'Que no me acaricies' dicen Esclarecidos. Benditos.//
Más: Nuestro último programa, dedicado a la Nueva crítica.
La bienvenida del Sr. Brea, a quien le he robado la cita de Benjamin.
Y esta entrada va para Demonios tus ojos (autor de la foto que quiero que sea portada de mi libro, del que espero durísimas críticas), R (único crítico que he tenido), Manolo, Ale y todos los estadistas.