jueves, 18 de marzo de 2010

Queridos spoilers


Hace una semana estuve entrevistando a Jorge Carrión (de cuyo libro Los muertos hablaré más, en otros sitios y otro momento). Ese día, y el anterior, tras la presentación, se me quejó de que algunos reseñistas andaban haciendo spoilers de cosas fundamentales de su trama. Yo, aquí, y donde me toque contar sobre esta novela corta, intensa y cargada de dinamita teórica, trataré de respetar su deseo. Hoy venía a contar otra cosa.

Poner por escrito algo a lo que le vengo dando vueltas semanas, quizá años. El concepto no es nuevo, pero entiendo que su proliferación se debe a los éxitos recientes de grandísimas series, cada cual con su favorita. Y, hasta este momento de superproducción de argumento, no me había dado cuenta del bicho raro que soy.

Un spoiler tiene siempre al otro lado su partenaire: "¡No me cuentes lo que pasa!" "¡No quiero saber nada, nada, nada, lalalala!". Aunque me parece una feísima palabra -pronunciada en cualquier acento-, aquí me declaro fan del spoiler. Estoy totalmente en desacuerdo con que el festín de las buenas series, de las buenas obras en general, esté basado en su argumento. No me gustan las sorpresas de último minuto, los golpes de efecto, los ases bajo la manga. Todo eso que los guionistas cuidan con sumo mimo: y hacen bien, es su trabajo. Pero su eficiencia es completamente caduca: tan poco reusables como un condón.

Por eso: cuéntamelo todo.

Recuerdo cuando era niña: a veces algún compañero de clase había ido al cine. Le pedía que me contara la película. "¿Y el final?" "Sí, sí, cuéntame todo". Cuando me cuentan todo, ya puedo olvidarlo. Quiero decir que nunca sentí que se me estropeara una buena sorpresa. La experiencia de leer página a página, o disfrutar secuencia a secuencia, no puede ser narrada. No puede estar basada en el referente detrás, "el asesino es la señorita Pepis", o "el protagonista se suicida". Me gusta saberlo para poder centrar mi atención en todo el resto.

Una vez que el argumento es mío, puedo hacer de la película otra cosa. Conociéndolo, podré ciertamente desprenderme de él. Abstraerme, y pasar "al siguiente nivel".

Y cuando, por fin, estoy en el lugar del espectador, a lo mejor lo recuerdo, a lo mejor no. Es más: creo que es lícito exigir de un buen guión que se sostenga a pesar de todos los spoilers. Que, sabiéndolo todo, quede lugar para el más intenso disfrute.

Supongo que los años me han hecho relativista. O lo he sido siempre. Donde quiero poner mi dedo índice es en el hecho de que los sucesos de una novela o una película son una parte de la obra de ficción. Cuando ellos suceden, no suceden sin el resto de ornamentos. No tienen ningún sentido sin la secuenciación, el léxico elegido, la voz narrativa, el montaje o la interpretación, o... ¡el diseño de producción! ¿Qué me importa que me expliquen que el replicante Nexus 6, Roy, muere en el penúltimo minuto, en la escena más impresionante de la película, si nadie podría transmitirme la sobrecogedora ambientación que rodea ese acontecimiento? ¿Cómo podrían describirme la poesía de una creación así? ¿Hay spoilers en la poesía? ¿Si me contáis Caperucita Roja, os pediré que no me expliquéis el final? ¿No son los grandes relatos independientes de la puesta en serie? Y, también, el spoiler como perversión estética: ¿qué mejor espectáculo que el de una persona a la que quiero/admiro tratando de transmitir fielmente el argumento de un cuento que leyó, y creando en ese acto su propio discurso narrativo?

Acabo de empezar con la sexta temporada de Lost. Ésa es otra de mis manías. Salirme de la corriente. Millones de personas esperaban su estreno hace algunas semanas, y la vieron y la comentaron simultáneamente. Ahora ya tengo spoilers si quiero. Pero el ritmo de mi disfrute es mío y no lo impone ninguna emisión.

Cuando yo tenía diez años, nació mi hermano Joaquín. Pasó diez o quince días en la incubadora donde, que yo recuerde, sólo nos dejaron ir a verlo una vez. Moría de ganas de tenerlo en casa. Por fin vino, una tarde de abril, y había al menos una docena de mujeres en la casa, lanzando exclamaciones y escandalizados spoilers sobre mi hermanito. Soy perfectamente consciente de que les dije que no quería ir a verlo en ese minuto, y de que hice enfadar a mi abuela. Aguardaría. El momento. El silencio. A descubrir yo sola el argumento.

"La vida es el mejor spoiler", me dijo Jorge Carrión el otro día cuando sin caña ni café le explicaba que sí, que quiero que me cuenten todo (quien también me puso a prueba y me contó que cierto personaje de Lost muere: cuando lo he visto, ¡me sobresalté igualmente!). Me hizo pensar más y más alto en esto. Saberlo me hace más libre.

9 comentarios:

carrascus dijo...

Joé, menos mal, me moría por contarte que Bruce Willis estaba muerto y por eso lo veía el niño...

Miguel Ángel Maya dijo...

...Antes de tu "espantá", el sábado pasado hablábamos de eso...
...Quisiera estar de acuerdo, y de hecho creo que lo estoy en parte, pero, ya sabes, me pierden los juegos de manos, los ases en la manga, y las sorpresas, como lector...
...Muchos de los spoilers son intrascendentes y no afectan a la médula de la historia, pero otros los considero cruciales. No sé, se me vienen a la mente las seiscientas páginas de "Los detectives salvajes": unos tipos salen una tarde de 1976 en un Impala a buscar a una poetisa de la que sólo se conservan unos cuantos poemas visuales en un par de revistas. Durante todo el libro uno no sabe si la encontraron o no, puesto que se narran los siguientes veinte años de aquellos tipos a través de gente que los conocieron. Bien, al final del libro, venimos a enterarnos de lo que pasó entre aquellos dos tipos y aquella poetisa...
...A mí me pareció muy fuerte. Si alguien me lo hubiera contado no habría pasado nada, pero como nadie me lo contó y fui testigo directo, me pareció doblemente emocionante...
...Igualmente, habré visto Casablanca cientos de veces, y sé que Ilsa y Victor salen en ese avión, y eso no impide mi estómago encogido cuando el mayor Strasser se dirige al aeropuerto deseando que el avión haya despegado ya...
...En fin...

blumm dijo...

Es un deje, un hábito, una manía, un rito -en algunos, los más ortodoxos-, es un automatismo no eléctrico, una práctica, un paso, un vezo, ¿por qué no? Es una práctica que anula la lectura de la reseña; yo no leo reseñas que hablen del contenido.

Que dejen de destripar libros, por favor.

Creo que te enlazo. Mola tu blog, Carolink.

Carolink dijo...

Mmmmm... Que a todos nos gustan las sorpresas... O no... Últimamente (reaccionaria?) estoy empezando a detestar todo tipo de sorpresas.
Creo que (Blumm) no sé si me supe explicar: acepto que me cuenten los argumentos. Lo acepto encantada. Aunque no persigo cambiar la doctrina general que busca sentirse epatado por los giros de la trama.
Has dado además en un ítem problemático, porque yo me dedico (entre otras cosas) a la crítica: y el argumento, la elección de personajes y circunstancias, es muchas veces criticable (es parte del artefacto libro). ¿Qué hacer?

blumm dijo...

De acuerdo, pero, ¿por qué desvelar en qué casilla del tablero de ajedrez están los personajes, las circunstancias, el, los argumentos?

Sigo a Gombrowicz siempre que puedo:

Por lo tanto: no juzgues. Describe únicamente tus reacciones. Nunca escribas del autor o de la obra, sino de ti mismo en confrontación con la obra o con el autor

Carolink dijo...

Me pegué la cita de Gombrowicz (no sé si es literal) en mi ventana, la que está justo detrás de mi mesa de trabajo. Si no fuera tan floja y desordenada, te pegaría una foto aquí. Pero créeme.

Otto dijo...

me encanta explicarlo todo, soy un espoileador nato. abrazo, carolink.

Luna Miguel dijo...

muy bonito final, y muy bonita frase de carrión.

Mariano Rajoy Brey dijo...

El "spoiler", ¿nace o se hace?