lunes, 6 de diciembre de 2010

SCUM Revival Week


El lunes pasado publiqué una reseña en notodo.com sobre la novela Escuela de sueños, de Sara Stridsberg (451 Editores). En estos mismos días, apareció otra crítica del libro en el número 160 de Qué Leer. El miércoles 1 de diciembre colgué por primera vez mi firma en el suplemento cultural que más me gusta de todos los que salen en la prensa española (¿debería decir catalana?). Y el tema de esa pieza también estaba sacado de la misma novela, en la que la autora sueca reconstruye imaginativamente la vida de un personaje anómalo y fundamental del devenir feminista del siglo XX: Valerie Solanas. (Si alguien siente curiosidad, tiene el texto aquí y aquí para su lectura).

He de decir varias cosas: que tuve conocimiento de Escuela de sueños a través de Elisa G. McCausland (recomendación personalizada, no se equivocó); que Solanas y el Manifiesto SCUM estaban anotados entre mis intereses desde hace ya muchos años (no sé cómo llegué a él, a través de alguna disquisición de la época 1.0 de este blog, me parece); y que el título de la entrada me lo dio JC, quien es también el responsable de que hoy pueda tener una carpeta "Cultura/s" en los documentos de "Colaboraciones".

A riesgo de ser cansina, puedo continuar: buscaba "nuevos modelos masculinos" en el programa de hace dos semanas. Aquí el post en el blog del programa, aquí el texto en Periodismo Humano. Caprichosamente, tal vez, me interesaba indagar cómo se ven a sí mismos algunos "jóvenes" escritores, y qué modelos hacen encarnar a sus personajes masculinos en sus novelas. Una bonita bofetada conceptual me llega en ese espacio:

"A ver si va cuajando la idea de que somos ya muchos y muchas los que no vamos buscando “modelos”; ni masculinos, ni femeninos, ni todo lo contrario."
Comentario de Luis.

Si bien no hace mucho era de las que pensaba que las categorías femenino/masculino debían de estar superadas y que de poco nos iba a ayudar a la "normalización" la existencia del mayor dedo apuntador de todos, el reabsorbido Ministerio de Igualdad, hoy no soy de esa opinión, en absoluto. Me crecen los enanos del circo cada día, y el documento "La vida sin hombres" aumenta en longitud con referencias que debo constatar. Iremos tras ellas poco a poco, básicamente porque estamos llegando a un punto en el que las mujeres (de mi generación y más jóvenes) están olvidando lo que les corresponde, por puritito cansancio o por la muy postmoderna actitud de "estamos de vuelta"; yo no busco el feminismo por decreto en las aulas, sino aniquilar el adocenamiento.

Por un mundo sin categorías
El Manifiesto SCUM hay que leerlo y aplicarlo: no, no me refiero a aniquilar al sexo masculino. Quisiera, de veras, aniquilar el concepto, la categoría epistemológica. Si desaparece uno de los sexos, desaparecerán la lucha, la tensión, la desigualdad y el abuso. Algo de lo que digo en ese artículo del Cultura/s es que Solanas debería haber escrito el Manifiesto en formato de ficción: habría colado como con vaselina.

Que ni quiero ser hombre ni quiero ser mujer (por algo me coloco el burka de trabajadora), que quisiera dejar de saber el sexo del que ha escrito aquello, ha producido tal película, ha emitido tal barbaridad; que la última de las cosas que me importa en lo creativo es qué tiene entre las piernas su autor/a: es un hecho. Pero que en el mundo aún son categorías -puede que más que nunca- y etiquetas de mercadeo: son dos hechos.

A esto dedicaré otro post, otro día, con ideas y diálogos socráticos (sí, a veces, también de eso hay) que surgen espontáneamente en twitter. Os dejo una bonita anécdota de ayer mismo: mi hija de cinco años anda aprendiendo rudimentos gramaticales. Y me señalaba el género de las palabras que tenía en una ficha fotocopiada:

vaca: femenino; sol: culino.

Después de corregirle, me di cuenta de que le sucede con otras palabras (sobre ese magnífico plato italiano de láminas de pasta y salsa boloñesa, piensa que la primera sílaba es el artículo y dice "me encanta la saña"); y me di cuenta además de que -la etimología ahora no viene al caso- la palabra mas-culino lleva un aumentativo impropio, cargante e indecente. Y que es fea de cojones.

4 comentarios:

Miguel Ángel Maya dijo...

...Es interesante: cuando yo era chico estábamos dando los géneros, y la profe le preguntó algo a Alberto, que era un desastre, y Alberto dijo que los géneros eran masculino y menosculino...

...Tú y yo nos hemos peleado ya por esto (creo, y si no, tenemos que pelearnos por esto en cuanto nos veamos), sobre todo hablando de literatura femenina y masculina (creo, a propósito de tu programa con Pola Oloixarac), ya que creo que, hoy día, hay muchas otras variantes mucho más influyentes en nuestras vidas que el sexo: la situación económica, por ejemplo, tú llevas un burka de trabajadora, pero lo menos importante de ese burka, creo, es la "a" con la que termina la palabra trabajador: el burka apunta más al hecho de partirse los cuernos currando hasta las dos de la mañana que al hecho de ser mujer, aunque esto tenga a su vez sus condicionantes, como el hecho de ser hombre también los tenga, no lo niego...
...Por ahora sigo atento a tus movimientos, para ver hacia dónde vas con este asunto (no tengo tiempo de escuchar el programa ahora, pero me alegro de que el problema informático se haya resuelto)...
...Por lo demás, estoy deseando verte, y espero que sea pronto (con pelea o sin pelea)...
...Besos...

Carolink dijo...

Sí, eso, ya pelearemos... Pero ¿leiste el artículo, primo?

Rocío Macías Ramos dijo...

Excelente!

Rocío Macías Ramos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.