“Los domingos de Jean Dézert”Jean de La Ville de Mirmont
Impedimenta
¿Cuánto de Jean de la Ville de Mirmont hay en Jean Dézert? Este pequeño y magnífico libro forma parte de la escasa herencia que dejó su autor, muerto en las trincheras en 1914, y su rescate es todo un acierto: “Los domingos” es una fantasía carente de imaginación, fábula sin pretensiones y, al mismo tiempo, trasunto literario de la vida que él mismo llevaba en París, y de la que, de acuerdo con su prologuista (François Mauriac), siempre quiso escapar. Desde un planteamiento que pretende ilustrar la regularidad de los días de alguien consciente de la inutilidad de las ambiciones o
el deseo trascendente, y se sabe parte de la multitud, tan reemplazable -y eterno- como cualquier otro, no se han de buscar, en sus poco más de cien páginas, inusitados giros de la trama o descabelladas argucias de estilo. La
nouvelle funciona como un fresco pintado con elegantes, formalmente bellas descripciones de la monotonía, escenas que atraviesan los domingos, siempre iguales, de Jean Dézert, el funcionario, lector de Confucio y carente del menor sentido de la aventura. Esta, cuando se le plantea, viene en forma de folletos publicitarios para llenar el ocio de los domingos; o, sin planteársela, en la opción más “salvaje” de una posibilidad de matrimonio, nunca buscada, que sin embargo se prefigura como la apuesta para torcer la mano al aburrimiento. Y el fresco funciona, se fija como un espejo en el que cualquier “hombre común” de nuestro tiempo puede mirarse y, en definitiva, contentarse.
//Publicado en
Go abril 2009. Impedimenta una vez más proponiendo lecturas olvidadas e imprescindibles//
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