lunes, 8 de febrero de 2010

No hay nombres

Hace quince días, la que curiosamente fue nuestra última cita, contuvo una de mis habituales bromas sobre el asunto:
"¡Claro que voy a escribir sobre lo nuestro, ¿qué te esperabas?"
Estabas furioso, pero terminamos la cena, civilizadamente, y también follamos, religiosamente.
No me has llamado en dos semanas. Lo dejé en tus manos, algo olía raro.
No pude dormir, una de estas noches, y tecleé medio en sueños un SMS: "No te preocupes. No doy nombres".
Silencio otra vez.
Me pregunto qué fue. Un sentimiento de marioneta con corazón atrapada en mis ficciones u otro de anonimato impuesto al ego. Ay, qué duda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

...o al higo.

corasón dijo...

Yes, I go.
I mean...yes, I do.

Carolink dijo...

Y eso quiere decir que te gustó, Mr. Anonym...?