jueves, 14 de julio de 2011

Economía de la literatura de los cuidados



- Cuando fui a verte la última vez, que me habían dicho que estabas enferma, quería preguntarte si te querías casar conmigo. No sé cómo se me había ocurrido esa idea absurda. Sin duda hubieras respondido que no, te hubieras reído o te hubieras enfadado, pero yo no había sufrido tanto. Lo que me ha hecho sufrir que tendrás un niño, que tú con esta esta cara, con este pelo, con esta voz, tendrás un niño y tal vez lo querrás, tal vez te irás haciendo poco a poco distinta, y yo ¿qué seré para ti? Mi vida no cambiará y yo seguiré yendo a la fábrica, bañándome en el río en verano, leyendo mis libros. Antes, estaba siempre contento, me gustaba mirar a las mujeres, me gustaba dar vueltas por la ciudad y comprar libros, y también tenía muchas cosas en la cabeza y me parecía que era inteligente. Me hubiera gustado que tuviéramos un niños juntos. Pero ni siquiera te dije nunca que te quería. Tenía miedo de ti. Qué historia tan estúpida ha sido.
Natalia Ginzburg. El camino que va a la ciudad.


Leí a Natalia Ginzburg, por primera vez, por culpa del libro Las correspondencias, de Pedro G. Romero (Periférica), que es, por cierto, una de las voces de nuestro último programa. Ahora no tengo ese libro, Querido Miguel, se lo presté a una mujer hermosa y valiente.

Tomé este otro, El camino que va a la ciudad, de la biblioteca municipal (úsala mientras se pueda). Anoche, Julián Rodríguez, editor de Periférica, me dijo que éste fue el primer libro que escribió.

Hay mucho que escribir diletantemente sobre la literatura y la creación con visión de género. Hay mucho que discutir. Cuando leo un libro de Natalia Ginzburg (que nació un 14 de julio, tal día como hoy, de 1916, casi el mismo año que mi abuela Francisca) siento exactamente que es ésta la literatura de mujer que no tiene marcas ni necesita reivindicarse de ningún modo. Que no tiene un viso femenino ni feminista, que es gran literatura, que está exenta de estereotipos y que lee la realidad de nuestro lado. De ese lado infinita, permanentemente invisibilizado.

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