sábado, 26 de enero de 2008

Quizá sí, quizá no

Trabajo con un problema que a los psicólogos de la Gestalt les interesaría estudiar. Soy incapaz de cerrar mis proyectos, por mucho que los elabore. Oprimo hasta el último momento el botón de execute, sin levantar el dedo. Leo un libro cualquiera y queda durante meses sobre la mesa porque, algún día, tengo que hacer uno de esos ensayos con los que me explico qué me quedo de él. Redacto un artículo y, si no fuera por las fechas de entrega, jamás lo concluiría apropiadamente. Invento argumentos para relatos y me quedo dos años dándoles vueltas hasta que, quizá sí, quizá no, cuajan en una forma que nunca, jamás de los jamases, me convence ni doy por definitiva.

Hace dos días dije: "aquí está, terminado, El problema de la vivienda", pero sé que aún me queda un redondeo o dos. No es afán perfeccionista. No, es simple y llanamente lo que las madres no sabemos hacer: separarnos de nuestros hijos.

Este es uno de mis fragmentos favoritos de un relato que, quizá sí, quizá no, debería ser una novela corta y quedarse conmigo otros dos años:

Se libra por fin de la ahumada chaqueta verde de Mariola, del anorak campestre de Francisco, y se dice que hacen un conjunto espantoso con el cardigán azul de Belén y la americana informal, de saldo, que ha traído ese novio que se ha echado. Roja, americana roja. Azafato de congresos, hay que ser propios. Se mira en el espejo vestidor. Laura Armando lo ha logrado. Otras equivocan sus elecciones, trastabillan en las esquinas de la vida. Tiene treinta y siete años que nadie le echaría, las comisuras de los labios aún no se le curvan, apenas, la falda de corte evasé se adapta sin esfuerzo alguno a sus formas y la blusa blanca realza ese blush del que nunca se separa. Meditó mucho su atuendo. Y el menú, y hasta la composición que harían las personas invitadas (a última hora, dos menos, qué importa) a su fiesta. No tuvo más remedio que dar en el gusto a José Antonio: esa muchacha y su novio le parecen extraños, estrafalarios. Belén tiene algo bobo en la mirada pero sabe que no es ninguna tonta, y eso le desconcierta del todo. Eso es un matrimonio, se dice, conceder. Y ella está a la altura. Mucho más que a la altura.

3 comentarios:

Balaguera dijo...

Interesante. Estaré atento a nuevas actualizaciones; por si publicas más partes de ese relato.

Un saludo.

Cuaderno de notas dijo...

Es altamente improbable...

Acabo del colgar una nueva entrada en mi blog, y luego me he dado un paseo por los demás blogs del entorno. Al entrar en éste lo primero que leo es una referencia sobre la terapia Gestalt... algo que yo también acabo de mencionar en mi post.

¿Cuantas posibilidades hay de que se hable de "ello" dos veces en una hora...?

Estoy seguro de que esto tiene que significar algo... pero no estoy seguro de el qué...

Carrascus.-

Carolink dijo...

Balaguera, si algún día lo doy por terminado... quizá...
Carrascus, qué curioso... ¿Qué querrá decir?