Entre componer canciones y escribir relatos o poemas no hay un gran salto, aunque sí parece existir un abismo en la interpretación que el público/la crítica hace de la obra publicada de fenómenos como Leonard Cohen o Patti Smith: como si hacer rock tuviese una categoría inferior o te inhabilitase para portar el "aura" del artista.
Hace algo más de un año (abril 2006), publiqué en Qué Leer un artículo acerca de músicos (rockeros) que habían sido tentados por la escritura (el texto ya no está disponible en la web, al parecer). Entre los géneros que tocan los músicos, la autobiografía es uno de los más apetitosos si, al relato de formación del artista, se suma un poco de aventura, mitología rockera y buena tensión del pulso narrativo.
Eso, y mucho psicoanálisis de mesa camilla, es lo que hay en Mi madre, mi mentor y yo, de Paul Collins, editado en Gamuza Azul.
Nos mudamos
Hace 11 años
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