jueves, 20 de diciembre de 2007
Mi Cámara de las Maravillas
Lo que, como demiurga aquí detrás, no deja de sorprenderme, es que la Cámara reciba visitas (y comentarios, incluso) todos los días, y a veces más visitas que este otro blog, cuando no consigo juntar un rato de conciencia tranquila desde el pasado mes de mayo, para darle aliento al pobre, al bobo, al inseguro y triste Coleccionista.
viernes, 14 de diciembre de 2007
Porvenir (reseña)
"Porvenir"
Iban Zaldua
Lengua de Trapo
“Y ten en cuenta que sigue habiendo personas que están en contra de la inmortalidad, aunque sean ricos”: prácticamente, la frase que cierra el libro, la conclusión de “diecisiete cuentos casi políticos”, como se apellida el volumen que acabo de soltar sobre la mesilla. Ahí se va a quedar: sus pocas páginas esconden juegos intelectuales, guiños literarios, ideas complejas y desacomplejadas, apuntes teóricos sin pretensiones pero con intensa mala leche. La trama interna de esta literatura “pagada de sí misma” (orgullosa de serlo) no es sencilla ni evidente. A Zaldua le va la marcha (y lleva tiempo gritándolo a los cuatro vientos): en lugar de adscribirse a la tibia margen de los “apolíticos”, de los que “no tienen mensaje que dar”, él se posiciona. Su mensaje no es frontal e ideológico, sino lateral y sinestésico; no uno incontestable: quiere expresarse al tiempo que invita al diálogo sobre algo que está más allá (o más acá) de lo político. Algo tan intensamente cínico como preguntarse por la esencia del ser en el tiempo (sí, heideggerismo). En el interior de estos cuentos (sin excepción, brillantes) hay una “apertura conclusiva”: no hacen más que plantear preguntas de lo más capciosas: cuánto estás dispuesto a dar a cambio de obtener una vida mejor (¡ay, los eslóganes!); cuánto de inmoral hay en el destino, en negarlo, o en contradecirlo; cuánto importa la verdadera felicidad y cuánto arriesgarías por ella. La respuesta, si la hay, está en un libro muy parecido a éste.
---Prometo: carta abierta a Iban Zaldua. No caben ciertas cosas en 1500 cc, y ésta no es de mis críticas más brillantes.
Escribiendo: reportaje sobre el indie chileno.
Escuchando: Sylvain Chauveau y Felicia Atkinson.
Amando: a Jorge Vergara, sin resquicio.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
De Flickr a Cahiers
Las carambolas suceden. Llevo tres años en Flickr. He conocido a muchos contactos, y a veces he conocido a las personas detrás de los contactos. Así sucedió con Luís - Una cierta mirada. Él es alcalaíno, de los de verdad (mientras que yo sólo vivo aquí y trato de sacarle partido). Dirige el Festival Alcine y la sección cinematográfica de las actividades culturales desde la Fundación Colegio del Rey.
Él me puso en contacto con Cahiers. Sin conocerme de nada, han confiado en mí, y en la página 47 (dos tercios de la misma para ser exactos) está la crónica de lo que pude ver en Alcine: mi nombre al lado de firmas como las de Carlos Reviriego o Carlos F. Heredero. Cuánto tocayo.
Eso me trae a la cabeza una anécdota: hace muchos años, traté de hacer pinitos en un diario sevillano, donde solía publicar un profesor de la facultad de Ciencias de la Comunicación y crítico eminentísimo, especializado en música en el cine: Carlos Colón. Colón me daba clases y yo repetía a diario que me recordaba (lejanamente) a mi padre. Aquel textito (creo que un repaso a la agenda musical de un olvidadísimo fin de semana) salió firmado como Carolina Colón.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
Me gusta ser fan de Gepe
He improvisado esta crónica en last.fm.
No es que sea muy brillante, es lo que es. Mis fotos, en flickr, como siempre.
domingo, 2 de diciembre de 2007
Transgresión
- no hablar de mi vida personal
- no dejarme llevar por impulsos
- no improvisar posts estúpidos que la blogosfera ya está saturada de idiotas
- no publicar nada que no guarden dentro necesidad, libertad y osadía crítica
Pero Gepe, mi adorado Gepe, toca el martes 4 en Clamores, en Madrid. Quienes me quieran ver soltar el río magdaleniense deben ir hasta allá. Una persona me ha dejado un comentario muy cariñoso en mi otro blog, en mi pobre y triste Cámara de las Maravillas: alguien va a escuchar a Gepe gracias al artículo publicado en Rock de Lux 256. En el otro lado del globo, se comenta dicho artículo, en un sitio chileno, y mi nombre resuena allá donde empezó mi historia de corazón roto. Gepe, ese músico infinito, que canta pa ti y pa mí, acaba de publicar este video de la canción Samoriseva. "Lo hiciste todo al tiro / y un espacio se perdió". Mañana entrevisto a Gepe, mi adorado Gepe, de nuevo, en la misma taberna donde lo conocí hace un mes. No he preparado la entrevista y me temo que todo va a ir mal. Mi vida se desintegra y no hay nada firme bajo mis pies. Me siento como la vaca del vídeo. No es para esto que tengo blog, pero qué coño.
Monstruos
martes, 20 de noviembre de 2007
Editors
jueves, 15 de noviembre de 2007
Fabular es crudo
Hace dos meses.
Necesidad de inmediatez, es virtualmente imposible elaborar, y todo queda al nivel intuitivo, pudriéndose en horas. Necesidad del ya. Escribir es lento y trabajoso, duele, como una herida desangrada lentamente. Necesidad de la expresión instantánea y bruta, contundente, explícita y a-dimensional, como el punto geométrico. Necesidad de abolir la discursivización, todo es imagen, extenuante y volátil. Ínfima.
Indefensión ante la dureza, lo objetual de la palabra. Para poder escribir cosas originales y decentes he de discurrir con la conciencia clara de la dureza que revisten las cosas detrás de las palabras.
Cinco días después.
Esa inmediatez. Esa necesidad de no fijar nada me acosa. Sólo cantar puede expresar el infinito en que quisiera estar.
Diez días después.
Quisiera encontrar ese lenguaje agallesco, dotado de uñas, de salones de espejos que revierten todo, de caleidoscopios simbólicos y de aristas de alambre.
Veintiún días después.
Sé que sé narrar. Sé que sé pero nadie más lo sabe pues hace mucho que no escribo ficción. Lo de antes no vale un pimiento. Si tiene más de dos años no se corresponde conmigo. Me pregunto cómo he podido ser tan condescendiente con mi trabajo.
Dos días después.
He decidido revisar y utilizar viejos argumentos, intentos abortados de ficción. Que eso no suponga quedarme varada en VIEJOS SUPUESTOS y bases completamente caducas.
Un día después.
El disco "White Chalk" se corresponde maravillosamente con el gloomyness que quisiera darle a este relato. Creo que mi lenguaje tiene que ver con lo social-personal, aunque todavía estoy lejos de articularlo. Tengo una primera línea y estoy contenta por ello.
Miedo de hacerme caso. Miedo de comprometerme con las palabras. Sin embargo, sé que tengo dentro mucho más de lo que estoy dispuesta a dar. Quisiera llegar, sin tener que recorrer todo el camino, al desarrollo extático de la emoción que se contiene en el estribillo de una canción hermosa.
Cinco días después.
Trabajar, concentrarme firmemente. Fiction is my trouble.
Quiero que suene loca, desquiciada. Yo soy y aplico una inteligencia a los discursos de mis personajes que los hace poco creíbles. Buscar una mímesis con otras estructuras mentales. Dejo de aplicar mi lógica y mi discurso racionalista, escribo como demente y la demencia se ceba, me atiborra de ella, me come.
Seis días después.
Desorganizada, como siempre. Incapaz de hacer una buena mañana. Por qué me lastra tanto la dispersión que soy incapaz de trabajar, de creer en esto que digo que hago.
Hace pocas horas.
Me pongo cachonda cuando escribo.
Fabular duele
Producirlos es otra cosa. Porque -posiblemente no sepa hacerlo mejor- hace rato que intento volver al hábito de la fabulación, y no me está saliendo. No es que no salga, es que cuesta mucho. Entonces, chocamos con un poco de incapacidad y otro poco de pereza. Es un problema de concentración, de dolor. Hay algo tan complejo en levantar una historia, que hace daño. Que esto apeste a fraudulenta bohemia y tópico de pose creativa no le quita verdad. Pero lo peor viene cuando consigo escribir.
lunes, 12 de noviembre de 2007
El aliento del cielo (reseña)
"El aliento del cielo"
Carson McCullers
Seix Barral
Capote, O’Connor… Ahora es el turno de McCullers. La narrativa breve, maltratada y desperdigada, de autores más conocidos por sus novelas, llega al cabo a nosotros. En este caso, aderezada por la asistencia (inteligente y comedida, con los datos y la emoción justos) de las notas de Rodrigo Fresán. “El aliento del cielo” pone en evidencia los motivos por los que McCullers ha de ser considerada, a expensas de otros brillantísimos narradores de su generación, la fundadora de una nueva sensibilidad, una muy moderna, poco radiante y nada sentimental(oide), a pesar de haberse dedicado enconadamente a la literatura de los sentimientos, los afectos y las complejas relaciones humanas. McCullers es una narradora de potente mano que, a través de estos relatos (confeccionados algunos con edades que harían sonrojar a cualquier aspirante a revelación literaria), elevó al “disminuido” emocional a la categoría de héroe literario: sus personajes, estrafalarios o no, tienen la papeleta de sortear situaciones idiotas, miserables o ridículas, con lo mejor de ellos mismos. En McCullers se expresa esa sensibilidad, que deja atrás el lugar común y el arreglo floral, donde ya no hay vuelta atrás en la consideración de todo ser humano como un ser literario digno; donde se halla la belleza en lo más mezquino; donde se gestionan, sin sonrojos ni vanos tapujos, las miserias humanas en sus múltiples variantes. Y, en el centro de todo, la prosa: esa prosa, por sí sola, debería bastar para hacernos mejores.
jueves, 8 de noviembre de 2007
Batir la marca
Son cinco, no al azar, pero no es un artículo totalizador. Representan diferentes formas de trabajo y están en momentos distintos de la escalada a la visibilidad. Pero todos merecen la pena muchísimo, y se van a cotizar una jartá en poco tiempo. Ya veréis.
lunes, 5 de noviembre de 2007
Como el musguito en la piedra
Gepe - Como el musguito en la piedra - RdL 256. Aunque hace varios días que salió la revista, yo no la he visto hasta hoy. Con celo de promiscua y orgullo de paridora, anuncio: el artículo al que dio lugar esta entrevista ha visto la luz este mes en la revista Rock de Lux.
Tres o cuatro cosas
Lisandro Aristimuño
Miro y vuelvo a mirar al Sur. A mi Cono Sur. El vivido y el imaginado, porque cuatro años no son nada. Posiblemente, ese Sur esté más en mí cuanto más tiempo paso lejos. Esta semana tengo que encontrarme por un rato con Lisandro Aristimuño, músico argentino al que conocí gracias a seretuaccidente.
Músico cuya música se me ha colado despacito y a la chita callando (como me gustan a mí las cosas), del que me gustan tres o cuatro cosas: me gusta su juventud; me gusta su falta de respeto por la tradición; me gusta su inclinación al folclore y su reinvención desacomplejada de formas usadas y gastadas; me gusta la humildad con la que escribe; me gusta la inventiva melódica presente en sus canciones; me gusta la cantidad de palabras plásticas, acuosas y hermosas en sus letras; me gusta su enrevesado nombre; me gusta su foto en la cama con un perfil de ojos abiertos; me gusta su ensortijado pelo negro; me gusta sobre todo esta enorme canción con la impresionante Liliana Herrero: no he escuchado, en tiempos, un mejor y más extraño dueto.
Río Negro es Patagonia. Nacer a 1000 kilómetros de Buenos Aires es como una maldición. Todos los que somos de algún extrarradio sabemos eso. Me gusta la sencillez humorística de declaraciones como ésta (hablando, cómo no, de sus comienzos tocando en los garitos de Viedma): "Era medio bufón: venía el mozo y me traía pedidos de la gente". Es decir, me gustan más de tres o cuatro cosas.
jueves, 1 de noviembre de 2007
Hombres en traje negro
A mi abuela que, como yo, nunca pudo decir en qué trabajaba.
Las mejores cosas, probablemente, son las que tardan en afirmarse. Las que se cuelan despacio, reptan por las esquinas del cerebro y se instalan, a la chita callando y sin escándalo alguno. Puede que los flechazos se lleven todos los hurras y la literatura laudatoria, pero yo aquí he venido a hablar de esas otras cosas. De lo más normal y cotidiano: el amor que nace con el roce y la constancia. Me quedo con eso: esa forma discreta e imponente en la que llegó a la vida del hospital psiquiátrico (
Taconearás a ritmo de 2x4 en cualquier circunstancia.
Querrás impostar la voz cavernosa, profunda y parca en melodía.
Sentirás un poderoso impulso por bailar un vals a la visión de un piano en un bar.
The National. Boxer. El boxeador del que hablan no viene a arrasar como un congresista republicano. Más bien se detiene a colonizar, a ritmo de vals, el cuerpo a rendir. Este es el boxeador nacional, pequeño, miniatura cual soldadito de plomo, parásito de aproximadamente dos pulgadas, recorriendo los conductos internos, vasos, venas, corazón, vuelta a salir, collejeando a diestro y siniestro, golpeteando sin dañar en absoluto, en todas aquellas fibras sensibles y extraordinariamente endebles que tenemos dentro.
Mi lenguaje metafórico se vuelve gachas sueltas a la hora de describir por qué soy fan rendida de este disco: ése es otro síntoma de haberse enamorado así, despacio, a la chita callando. Ya no se discurre. Hay que escuchar ese piano discreto con el que inauguran, hay que dejarse acunar por esa voz (Matt Berninger, ya hay nombre para bordar en las vueltas de las sábanas, desde que Stuart Staples se lo tiene tan creído) que parece no querer cantar, no querer decir lo que dice. Hay que recorrer pulgada a pulgada la devastación emocional de estas miniaturizadas, pero sólidas cual plum cake, canciones, doce, que hacen “Boxer”. Es lo que pasa cuando llevas siete u ocho años componiendo, creyentes, enamorados silenciosos de la canción, buscando la esencia del mejor decir, del decir más, del utilizar menos. Sale "Boxer". Y esto es lo que pasa, cuando quieres despacito y sin darte cuenta: ahora necesitas bailar y bailar y bailar, con estos cinco hombres en traje negro. “You know I dreamed about you / for twenty-nine years before I saw you”.
---
Coda, en 2x4: los hombres en traje negro se pueden ver aquí, por ejemplo. No pude dejar de enlazar el ambiente y la historia de este vídeo con el de este otro vídeo: otro hombre en traje negro, de estilo internacional. Ten cuidado cuando te tiemblen las manos.
viernes, 26 de octubre de 2007
Las mañanas
Pruebas con la música. Pruebas con el silencio. Pruebas con la cama. Pruebas con tareas simples. Pruebas con medicinas. Pruebas con el remedo de la pasión. Pruebas con el café a litros. Pruebas con hacer manualidades. Pruebas con la limpieza y el orden. Pruebas con cambiarte de ropa. Pruebas con las zapatillas cómodas. Pruebas con un cigarrillo. Pruebas sin el cigarrillo. Pruebas a no pensar. Pruebas con el amargor de la saliva y con alimentos caducados.
El tedio siempre puede más.
lunes, 22 de octubre de 2007
Siete excusas innecesarias para leer a Carson McCullers (antirreseña)
1. Lo que trastorna, entusiasma, sacude de dentro a fuera, resquebraja la voluntad más fría en la lectura de la narrativa breve de Carson McCullers no es pensar en el estado de pérdida personal, enfermedad, quebranto y dolor en que se gestó gran parte de esta obra. Aunque no deja de alarmar que algunos de estos relatos fuesen confeccionados durante o inmediatamente después de una convalecencia, mientras arrojaba esputos en una bacinica o recogía pesadamente el cuerpo después del penúltimo ataque de toses, al tiempo que se peleaba con su marido y sucesivo ex marido. Todo lo anterior se puede obviar frente a
2. El tremendo arrojo de alguien que no desperdicia ni un segundo del tiempo que le ha sido concedido vivir. Alguien que abraza esta suerte de “misión”, sin petulancia, enamorada no sólo de la escritura, sino del valor de la imaginación, de la prosificación respetuosa y responsable. No hay descanso, no hay respeto. Ávida por saber más, por hacer más, por confabular más monstruos y fantasmas. McCullers es una narradora-río, hecha de pura vocación, un ejemplo permanente de lo que la perseverancia, la actitud trabajadora y el genio logran, no sin una dosis descomunal de esfuerzo. Léanse las primeras narraciones, cualquiera de ellas, escritas a unas edades que harían sonrojar a más de un aspirante a revelación literaria. Pero tampoco el río de composiciones arrojado y ciego sería una razón, si
3. Esas narraciones per se no conformaran un estilo y una sensibilidad nueva, jodidamente peculiar: una forma de penetrar en la realidad y de escarbar en los sentimientos, totalmente ajena al sentimentalismo. La prosa de McCullers es MODERNA, desde el mismo minuto en que habla del complejo mundo de las relaciones humanas y soslaya, a todas horas, esa formulación manida de la literatura hecha por mujeres o para mujeres, evitando de un solo volantazo lo consabido, el lugar común y el arreglo floral. Se aferra a las cosas, hace hablar a las cosas y las cosas definen a los personajes, y por eso es tan, tan moderna. Entrega absoluta en su papel de madrina de los desheredados y los disminuidos emocionales, en encontrar la belleza de los personajes más estrafalarios, en manejar sin sonrojos las miserias humanas, en creer a duras penas en la redención, en no dejarles escapar de su destino…
4. La curiosa, persistente y enriquecedora influencia de la música en sus narraciones. Como rasgo de los personajes, de la trama o de la estructura. Herencia de una primera vocación rota, o de algo que simplemente no fue. Lo que no fue, la gnoseología interna de aquello que no existió (amor, familia, felicidad, matrimonio, hijos, vejez) es un tema recurrente.
5. Su particular cercanía, tendencia quizá, a los niños y adolescentes, la intuición soterrada de que pocos como ella han leído en las almas infantiles y han construído narraciones creíbles y nada sonrojantes, desde la edad adulta, sobre tan delicados –y escurridizos- sujetos. Como si hiciese dos días que acabara de abandonar tal estado o… como si nunca hubiese dejado de pertenecer a su mundo.
6. Los borrachos, o los que lo parecen. Los matrimonios en ruinas. Todo junto.
7. Y la prosa. Su sabiduría enconada, de mujer sin terminar, de enferma ególatra, de hiriente observadora del circo del mundo, de personaje estrafalario ella misma, siempre a punto de caer una vez más, siempre deseosa de obedecer al gen de la adicción. Reponiéndose, y escribiendo. Esa actitud como bofetada. Esa sabiduría y todo lo demás, al servicio de la prosa. Prosa que nace siendo, que no pide permiso y fermenta despacio… Prosa que aparece como NECESARIA. Las cosas, en aras de esa prosa, parecen estar sucediendo, allí mismo, delante de tus narices. No tienen adornos innecesarios, no son más mezquinas de lo que en realidad son. No son más puras. Y no tienen vergüenza alguna de nacer. Las cosas en las palabras y las palabras en las cosas. La pequeña gótica, de la forma más natural del mundo, regalaba a manos llenas las criaturas vivientes, sufrientes, de su prosa.
miércoles, 17 de octubre de 2007
Debilidad
Para un acercamiento algo más neutro, valga esta nota que publiqué, gracias a la intermediación de Elena Cabrera, en el diario adn.es.
La máquina de Joseph Walser (reseña)
"La máquina de Joseph Walser"
Gonçalo M. Tavares
Mondadori
Hace unos meses, descubrimos “Un hombre: Klaus Klump”. Aquel y éste son el anverso y el reverso de una misma investigación literaria en torno a la guerra, a su irrupción en las vidas de los hombres: Klump es el hombre fuerte, Walser el ser débil. Absorto y confiado en el poder del lenguaje, Tavares acomete el proyecto a sabiendas de la cualidad abstracta de su material. Construidos sobre una selección, nada arbitraria, de aspectos de la realidad palpable, sus mundos ficcionales se transforman en materia simbólica mediante una artificiosidad lingüística salvaje. Todo está estudiado, todo responde a una necesidad. “La máquina de Joseph Walser” carece de acción como tal (apenas un dedo perdido, hacia la mitad), y está articulado mediante una serie de escenas episódicas, cuadros en los que la guerra es un decorado, y las vidas de los escasos personajes siguen desarrollándose en la superficie, apegadas a sus infames disciplinas y rituales. La de Joseph Walser es anodina, girando en torno a su máquina y a una habitación, en la que se encierra con llave, donde guarda su colección de piezas metálicas. Una vida equiparada al funcionamiento de un mecanismo. Sin sucesos, el libro se carga de reflexiones (el encargado Klober como megáfono de las inquietudes inscritas en el texto), nunca terminantes, nunca cerradas: articular en voz alta la fortaleza oculta del ser humano (esa “especie interminable”), descubierta por Walser, frente al paso, aplastante, de los acontecimientos históricos.
miércoles, 10 de octubre de 2007
El inmenso placer
martes, 9 de octubre de 2007
Kinski: Down Below It's Chaos
//Reseña publicada en GO Mag (octubre 2007). Un enlace para saber más de Kinski. De premio, 'Passwords and Alcohol', una de las más preciosas canciones del disco. //
sábado, 6 de octubre de 2007
Ten cuidado con lo que deseas
De la infinita marea informativa, sólo unos pocos pedazos de realidad alcanzan nuestro cerebro con una virtud cualitativa que los hace diferentes. No tiene que ver con los esfuerzos de los editores de los medios de comunicación del mundo entero. No tiene que ver con las circunstancias, ni con lo contingente, ni con lo noticioso. Estímulos que de verdad puedan perdurar. Estímulos cargados como una pistola. Entonces, y así es como funciona para mí, el mundo empieza a girar alrededor de esos fragmentos. No es una portada de diario, es un vórtice de huracán. Organizo todo lo demás utilizando ese centro, que da sentido al magma incomprensible, y lo convierto en una obsesión.
Para que eso revierta en mi trabajo (en esa palabra fetiche a la que regreso una y otra vez), ideo formas de hacer que esa obsesión, ese fragmento de la realidad que sólo me importa a mí, se convierta en alimento espiritual, material de pensamiento y fruición estética para los que me rodean. Imprimo, copio, muestro, reproduzco y adjunto. Siembro y siembro, sin descanso, la semilla del azote, busco extender el torbellino a mi alrededor. En el otro lado del mensaje, en el papel del receptor, están muchos de mis amigos que se dejan, y están mis editores. Busco, rebusco, insisto hasta el hartazgo: ese pedazo de realidad merece ponerse en letras de molde, mire usté.
Lo pretendo tanto, lo vendo tanto, que me seco.
Siento que mis semejantes y yo no compartimos referentes más que el cambio de la peseta al euro y las tablas de multiplicar.
Creo que nadie me comprende.
Rompo cosas.
Pero un día, con el remolino apaciguado ya, alguien deja caer, al fin, una respuesta: ese contenido me interesa.
Échate a temblar pues, ya que, en ese instante, otro tipo de responsabilidad acecha. La realidad se configura cara a cara contigo: habrás de enfrentarte a una entrevista, a un verdadero artículo, a las letras de molde que tanto has solicitado. Habrás de contarle a muchos, a todos, a los desconocidos, para qué carajo han de incorporar ese fragmento (ese libro, ese disco, ese autor, esa obra, ese escupitajo individualista) al universo de sus apropiaciones simbólicas. E importa, todo importa.
viernes, 28 de septiembre de 2007
En el fondo
jueves, 20 de septiembre de 2007
Caring is creepy
No es lo mismo
viernes, 14 de septiembre de 2007
Afterpop: la literatura de la implosión mediática (reseña)
Afterpop: la literatura de la implosión mediática
Eloy Fernández Porta
Berenice
Afterpop no es un libro. Es colección de artículos, conectados con hilo fino y sin apretar demasiado. Una exposición, a priori, de las falencias de la crítica literaria, la que se expele a diario desde los púlpitos periódicos, y una exhibición de las características de una nueva sensibilidad practicada, hoy, por muchos de nuestros autores. El campo de juegos literario está siendo puesto del revés, y es aquí que el crítico, aferrado a categorías caducas, rancias, se debate panza arriba. Crítica de la crítica y luz sobre lo oscuro. Afterpop no es una lección. Es una guía, abierta, amplia y acogedora, pero no sencilla de penetrar. Su mayor atractivo es, permítanme, su complejidad. Una idea no es mejor cuanto más enrevesada se presente, pero en el libro de EFP, ese elemento –la sobresaturación de nombres y referencias, la catarata expansiva de anclajes, ejemplos y citas- es una simple gozada. Ampliemos esto: en cada uno de estos ensayos hay sufiente material para sostenerse por sí solo; pero el armazón conceptual se afirma, se agiganta, mediante elementos que “narran” su situación geo-cultural, su “aquí y ahora”. Afterpop no es un ensayo. Es un hallazgo: de una forma de pensamiento reptante, sinuosa, aglutinante, incómoda, pérfida y pervertidora. No hay nada fijo, ni tesis ni leyes. Es un relato de ideas. Algo recorre su articulación: la voluntad de no dejar títere con cabeza. No es iconoclastia pura y estéril. Es salvaje y fértil iconoclastia. Y tan, tan brillante, que ciega.
miércoles, 12 de septiembre de 2007
La Metafísica y el mono (reseña)
“La Metafísica y el mono”
Carlos Eugenio López
Lengua de Trapo
jueves, 30 de agosto de 2007
Eno: Another Green World
¿Por qué acordarse ahora de un disco parido hace más de treinta años? Llámenme nostálgica, pero a día de hoy aún me asombro con la audacia conceptual y belleza formal de este álbum, parido en tal estado de gracia, que hace más que pertinente remontarnos a cuando usábamos chupete. Brian Eno podría ser mi padre, pero por fortuna no lo es y podemos volver una y otra vez a este retro-vanguardista mundo verde.
Porque, en lugar de estar poniendo en orden su vida como buen burgués, entre 1973 y 1975 Brian Eno estaba desgastándose la vista entre sintetizadores y magnetófonos, poniendo a parir la idiosincrasia de la canción pop y dando los primeros pasos en la academia de gurús, donde se graduaría poco después.
“Another Green World” pertenece a una etapa especialmente prolífica del británico, justo después de abandonar Roxy Music (con Ferry no había convivencia posible), en la que Eno abraza sin timidez su “misión” en el mundo y bombardea, literalmente, con ideas, experimentos y discos. Cuatro ídem en tres años (“Here Come the Warm Jets”, “Taking Tiger Mountain (by Estrategy)”, el que nos ocupa y “Discreet Music”), más otro firmado en comandita con Robert Fripp (“No Pussyfooting”). Cualquiera de estos te lo puedes coser a la oreja de aquí hasta que te mueras, pero “Another Green World” contiene las suficientes preguntas como para ser considerado un pilar: con él, su autor se deshacía de numerosos postulados rockistas y, por delante de él, ya (casi) nada iba a ser igual.
Un estudio es una casa
Verano de 1975, Brian Eno y sus secuaces (entre ellos Paul Rudolph, Percy Jones, Phil Collins, John Cale y Robert Fripp) se encierran en los estudios Island de Londres para grabar un disco. El mentado se propone probar la flexibilidad y capacidad de respuesta de los músicos en una situación desconocida: aparte de la cafetera del rubio funcionando a plena máquina, no llevan nada escrito ni preparado. El proceso da de sí catorce cortes, de los que cinco son canciones “estándar”, y cuya secuenciación en el disco es primorosamente dispuesta, en una progresión de sentido que puede llamarse “conceptual”. Si tuviésemos en las manos la edición vinilo, además, apreciaríamos los ritmos, texturas e intenciones sensiblemente distintos de ambos lados: la cara A concentrando las pequeñas epopeyas pop de formas clásicas y arreglos marcianos (“I’ll come running”, “St. Elmo’s fire”); el lado B diluyéndose en piezas instrumentales, espaciosas y tersas (la preciosa “Becalmed”, la hipnótica “Sombre reptiles”), que preludian la llegada del hedonismo “ambient” al que se dedicaría en breve.
Eno se hace dueño y señor de la mesa de mezclas, y toca y modifica la cadena genética de cada instrumento: en “Another Green World” nada es lo que parece. Las cintas, los filtros pasan a ser instrumentos ellos mismos; algo en lo que este disco (y algunos más de la época) es pionero. Brian Eno usa el estudio para generar frecuencias y timbres nuevos, y luego nos divierte con nombres entrañables como “snake guitar” (“porque tiene esa cualidad líquida, llena de nervio y velocidad”, diría en una entrevista), “castanet guitar” (tocada con mazos y pasada después por filtros sucesivos, hasta que suena mismamente como unas castañuelas) o “Leslie piano”. No sólo de efectos está hecho el mundo verde, porque Eno sabía muy bien con qué intérpretes contaba: el más memorable es sin duda la “Whimshurst guitar” que Fripp, inspiradísimo, pegó a los compases finales de “St. Elmo’s fire”, imitando con las cuerdas de su Les Paul el comportamiento errático e impredecible de un generador de alta potencia. La voz neutra y andrógina de Eno canta las pocas letras que se escuchan en el disco, en las que importa su sonoridad y no su significado. En las últimas fases de la producción, Eno se divirtió desechando parte del trabajo, eliminando pistas superfluas con las que, según él, sólo oscurecía el resultado. Ese resultado es felizmente desafiante, nada acomodaticio y radicalmente pop.
El mundo ha rodado demasiado deprisa los últimos treinta años pero, en lo musical, la culpa es en parte de Brian Eno. Desde el shoe-gazing a la electrónica minimal, sucesivas camadas de músicos le deben una porción de sus creaciones. Yo me someto a menudo a una regresión voluntaria, y me sumerjo en el mundo preter-digital, helado y verde de “Another Green World”. Sabiendo lo que sabemos, el ejercicio resulta de lo más sano. Que venga Freud a decirme lo contrario.
//Este artículo fue publicado en GO Magazine en marzo 2006, ¿por qué lo rescato ahora? Porque me gusta lo suficiente. Y porque no tengo ganas de escribir.//
miércoles, 29 de agosto de 2007
ATMO: Independientes sin red
No hay imagen inocente, ya sea fija o en movimiento: ése es el centro del dilema que arrastra el cine documental. Cualquier objeto, persona o situación es modificado -envilecido- por el simple hecho de ser observado –no digamos ya por ser filmado-; la más simple decisión –vg. el emplazamiento de la cámara- es una toma de posición. Y toda toma de posición es política.
Algunos creen que es una manera de producir propaganda con coartada intelectual; otros, que es la única forma honesta de hacer no-ficción. Un grupo de realizadores y productores independientes se ha bordado este axioma en el forro de la gorra para encarar, desde el 2000, la producción de películas bajo la etiqueta ATMO: una de las factorías europeas de audiovisual más creativas, prolíficas y tendenciosas del momento.
Ellos son los responsables de “Read My Lips”, clips que recorren la red cual reguero de pólvora, en los que personajes de la política mundial dicen aquello que nunca quisieron decir en público: mediante una elaborada técnica de sincronización, George Bush, Sadam Hussein o Bin Laden cantan canciones de amor, develan su verdadero discurso o ejercen de hipnotizadores de feria –véase “The Voice” de Johan Söderberg.
Además de las carátulas y animaciones que generan para televisión, lo más ambicioso de su proyecto es cosa del tándem Erik Gandini-Tarik Saleh. “Sacrificio: Who Betrayed Che Guevara?” (2000) escarbaba en circunstancias que muchos prefieren mantener en el limbo de la leyenda. Y en 2003 “Surplus: Terrorized into Being Consumers” (en un canal temático se emitió como “Superávit”) hizo que festivales del mundo entero se volvieran hacia ellos.
¿Por qué el 20% del planeta come el 80% de los recursos y se queda tan pancho? ¿Cuál es el derecho que tienen los gobernantes del G8 a fomentar la escalada loca del consumismo? ¿Y cuál el que se arrogan los manifestantes anti-globalización para destruir la propiedad ajena? “Surplus” es un sofisticado vídeo-clip de 90 minutos, que utiliza la música y el montaje en una búsqueda sensorial y no pretende explicar la realidad, sino levantar ampollas yuxtaponiendo elementos: una adolescente cubana que sueña con comer big-macs a paletadas, junto a un treintañero sueco que no sabe cómo gastar su dinero, junto a Steve Ballmer arengando cual domador a los desarrolladores del emporio Microsoft, junto al discurso de George Bush en que invita a perder el miedo a consumir… ¡Si Eisenstein levantara la cabeza!
Hace sólo unos meses presentaron “Gitmo: The New Rules of War”, que ya comenzó su carrera de premios y festivales, una película destinada a permanecer como el más completo documento de lo poco/nada que se conoce sobre qué pasa al otro lado de la verja de Guantánamo. No busques objetividad en sus filmes: Atmo es una posición ideológica y un compromiso. Hacer cine aséptico en estos tiempos, según ellos, no es leal ni apropiado. Si lo quieres, lo tomas. Si no, lo discutes.
//Este artículo apareció en la revista Clone en julio de 2006. En la página de la productora puedes ver novedades: ATMO. En youtube hay varios clips de la película Surplus: este es mi favorito//lunes, 6 de agosto de 2007
Fischerspooner (crónica)
En la historia de las vestimentas estrafalarias que han pasado por este Festival, posiblemente nunca habíamos tenido una tan poca cosa. Con la fama de performers que les precede, habríamos esperado lentejuelas o plumas y no un… calzoncillo. Pero la imprevisibilidad y la fantasía (dirigida en todos los sentidos posibles) forman parte de la esencia de Fischerspooner, que en los directos se transforma en un conjunto de instrumentistas y bailarines al servicio de la performance. Casey Spooner es el maestro de ceremonias, a medio camino entre un Jaz Coleman (esperpéntico) y un George Michael (más esperpéntico). Ni hombre ni mujer, ni vestido ni desnudo (casi): a medio camino, en la más pura indefinición. Y algo así sucede también con su música, y con el espectáculo en sí. Tres bailarinas ejecutan junto a él espectaculares coreografías que apoyaban con ímpetu. Tres músicos (bajo, guitarra y batería) ponen manierismo rock sobre las bases pregrabadas. Y en el centro, Spooner. No es rock ni tecno, no es teatro ni danza. Pero se tiene que bailar. “Just Let Go” empezó a romper el hielo del público, no muy apretado, que estaba ante el Escenario Verde; más tarde entregaron un inédito (el tercer disco, dijo, está prácticamente listo en Nueva York). Para la cuarta, los músicos soltaron sus instrumentos y bailaron sobre la música escupida desde los altavoces. “Cloud”, con ese estribillo que dice “I lost myself”, trajo uno de los temas más habituales en las canciones de este grupo, las identidades borrosas. Ejecutaron sobre el escenario una ¿improvisada? sesión fotográfica. En otro momento, Spooner interrumpió la actuación para darles instrucciones a las chicas. Aunque el público celebró sus bailes y coreó con ganas “We Are Electric” o “Never Win”, de alguna forma, en el desarrollo del concierto, uno no podía dejar de pensar que estaba asistiendo a una gran broma.
Mejor momento: “Dance, motherfucker, dance!”, nos gritó Casey Spooner desde el scenario. A ver quién no le hace caso a este señor tan cuadrado.
Publicado en FIBER Domingo 22 de Julio 2007.miércoles, 1 de agosto de 2007
Bostezo. Soledad acompañada.
Lo que no se vio, ni se oyó, ni se filmó, ni se grabó, ni se fotografió en Benicàssim. Lo que hacen las reporteras terroristas cuando están solas.
Sábado 21 de julio en Benicàssim. Conspiro con la manía mía de reafirmar mi independencia (ese espejismo), de planeta sin satélites, de cuerpo celeste transitoriamente libre de fuerzas gravitacionales. Andar sola, consumir sola, decidir sola: me encanta, a ratos, estar así de sola. No pedir a nadie consentimiento ni opinión para las ridículas-insignificantes decisiones que conlleva almorzar sin compañía.
Salgo del hotel hacia el pueblo, me dirijo a un restaurante que, como es de prever, está muy concurrido, y pido mesa para una. “¿Te importa compartirla con un chico?” El caso es que sí me importa, pero he decidido no ofrecerme de canto a las insaciables posibilidades de lo real. He decidido estar sola, al mismo tiempo que he decidido sentir yo sola. Nada me ata.
El “chico” parece un hombre de cierta edad. De piel seca, correosa, labios partidos, una cabeza grande de ídolo etrusco, una nariz de algún modo aplastada, desprotegida, sobre una boca gruesa de africano. Yo hubiese dicho más de cuarenta. No quiere almorzar. ¿Para qué está allí? La terraza está a rebosar y él solo quiere un bourbon con hielo. Fumarse un Marlboro tras otro, jugar con el siguiente Marlboro hasta que aparezca un encendedor providencial. Quiere y no quiere conversar. Aparenta darse cuenta de que la situación que nos ha reunido es la más torpe de las coincidencias. Sabe, o al menos al principio sabe, que hemos de respetar nuestro espacio, que se trata de una privacidad anulada a regañadientes. Pero su torrente no cesa. Siquiera, a ratos, diríase que no parará por nada del mundo. Me da lo mismo. Puedo escuchar sus letanías, sus consejos o sus amonestaciones, de aquello y de lo otro, o no escucharlos. Conversa con descaro, con soltura, con acento fuerte (de francés o del árabe o de todo a la vez). Conversa con la idiotez y la espontaneidad de un niño; con el atrevimiento de un viejo que ha visto de todo.
Empero, me divierte. He decidido no hacerle mucho caso, y quizá con eso se dé cuenta de que no necesito actitudes paternales: pido para comer paella, por más que insiste en que no es buena opción allí donde estamos. Puedo participar en una conversación, someramente, impelida por la circunstancia, pero no me tomes por el pito del sereno. Sale a colación la vida, su vida, y hasta la mía. Sale su mujer, la que “él amaba”, la que era “para siempre”. A pesar de sus esfuerzos, no me queda claro quién dejó a quién. ¿Él, que no quería salir nunca con ella, o ella, amargada, por el hombre que rehúye la vida por quedarse cerca de la botella? No me queda claro, y aún así no pregunto. Preguntar es comprometerse. Interrogar es revelar. Es mi timidez. Me entero, sin preguntas, de que tiene cuatro hermanos. Padres, retirados, descansando en una villa de Benicàssim. Ha vivido en cien lugares: terremoto de México en el 85, Mundial de Fútbol del 86… Dice que, para entonces, tenía doce años. Y eso le deja… con los mismos que yo tengo.
Le esperan para almorzar, pero él tiene que ponerse ese bourbon, y otro más, antes de ir a encararlos. No lo dice así. Pero dice sentirse “vigilado”, “perseguido”. Nadie viene. Mi paella es mucho arroz a medio hacer y media docena de alcachofas. No está agradable. Y su conversación dista mucho de serlo. Tiene cuatro sobrinos, y habla de ellos como si fueran sus hijos. Pregunta, todo el tiempo, y yo me veo obligada a dejar caer alguna que otra información. Quisiera tener hijos, dice, pero en vez de eso es hostelero: tiene una residencia de estudiantes. Eso me produce un escalofrío. Peor aún cuando dice que, cuando mis hijas se hagan grandes, las envíe a estudiar a Valencia. Porque él se dedica a la restauración, y a vueltas con la residencia. Entonces, “¿trabajas para el festival?”. “Ah, ¿pero no eres benévola?”. Lo dice mal, poniendo la tónica en la sílaba “vol”. Y ¿de qué carajo me habla? ¿Buena? ¿Honrada? El momento de confusión me hace casi tirar la toalla, pero… Quiero almorzar, tranquila, sola, abierta, disfrutando. No lo consigo. En un solo minuto, recuerdo la correspondencia del francés: voluntaria. No, no soy voluntaria. Voluntaria para escuchar hombres echados a perder, tampoco. Pero ya ha perdido el interés en mí. Necesita nuevas víctimas. La ha tomado con los chicos de la otra mesa, ingleses, que están preparando una tarta de cumpleaños para agasajar a uno de ellos. Las velas, gordas, enormes, rojas, exclaman sobre el pastel: 18.
lunes, 30 de julio de 2007
!!! (chk chk chk) (Crónica)
Publicado en FIBER Domingo 22 de julio 2007.
Amy Winehouse (crónica)
Mejor momento: los excelentes músicos que la acompañaron, creando en el Escenario Fiberfib.com el auténtico ambiente propio de un show soul de los sesenta.
Publicado en FIBER Lunes 23 de Julio de 2007. La crónica que aparece en el Fiber online es algo distinta, porque tuvimos que modificarla sobre la maqueta.
sábado, 28 de julio de 2007
Rufus Wainwright (crónica)
Mejor momento: la emoción y la sorpresa de ver a Rufus Wainwirght quitarse el albornoz…
Publicado en FIBER del Sábado 21 de julio.
!!! (chk chk chk): Bailar pegados
Bailar, bailar, bailar, ¿para qué? ¿Por qué? La respuesta no es otra que: follar, follar, follar. Es una ecuación sencilla, pero su resultado se nos había vuelto opaco. Retornemos a los tiempos en los que el baile no tenía otra significación.
Aquella energía de las parties psicodélicas, donde se perdió la inocencia, había que buscarla en otra parte. Sí, llegaron el funk, el soul y todo eso: episodios que traían breves e intensos fogonazos de pasión. El baile se hizo algo triste, imposible de realizar tanto en el barroquismo del rock progresivo como en la infortunada cuadratura punk. Ay, ay, pero ahí vienen !!!, los del impronunciable nombre, a utilizar sin complejos el lenguaje físico, espeso, cuajado de hormonas; ocho culos blancos dispuestos a medirse con las armas del ritmo endiablado. Porque, además, es música ejecutada en directo, hecha para el directo, donde lo sintético tiene escasa presencia. Dance-punk lo llaman, pero hay que admitir que hay mucho de jam en su puesta en escena, amor por lo alucinógeno y un nivel de elaboración que lo aleja del mero exabrupto.
Ocho músicos como la copa de un pino, comandados por la urgencia salvaje del frontman Nic Offer: maestro de ceremonias en busca desesperada del exorcismo, la energía niveladora; creadores de un espectáculo que insiste en tu participación, con cabeza y pies y manos, su historial de apariciones en directo en España ya no deja lugar a sorpresa, pero nada de lo que se pueda poner en palabras hará justicia a su show. Cuando un grupo se sube a un escenario es para afirmar su ego: con !!!, más bien sentirás que estás dentro de su fiesta, en una casa en la que están todos –grupo y público- a un mismo nivel. Horizontal, así es. Para ellos, bailar no es un escapismo, sino una postura, un compromiso, una reacción. Porque en este momento estás vivo, y no tienes ni idea de lo que va a suceder en el momento siguiente. Que el mundo está podrido, que todo es un asco: puedes esconder la cabeza o salir a bailar. En eso, estoy con Offer: ‘like I give a fuck’.
miércoles, 25 de julio de 2007
Fiber 2007. Una selección.
FIB-Art - "Vengo buscando pelea"
Mustang Fashion Weekend FIB - "Fronteras que se diluyen"
Musac y Benicàssim - "Fueron felices, y comieron perdices"
Festival de Cortos FIB - "Personal e instransferible"
FIB-Actúa - "Tiempos de risa floja"
GusGus - "Esto no es normal"
Crónica Brazilian Girls (jueves 19)
Fischerspooner - "Sociedad ventajosa"
!!! - "Bailar pegados"
Sondre Lerche - "Geniecillo"
Crónica Rufus Wainwright (viernes 20)
Crónica Ok Go! (viernes 20)
Mustang Fashion Weekend FIB - "Emoción bicromática"
Cristina García Rodero - "Retratando la fiesta contemporánea"
Crónica !!! (sábado 21)
Crónica Sondre Lerche (sábado 21)
Crónica Fischerspooner (sábado 21)
BricABrac Teatro
XLR Connections
Clap Your Hands Say Yeah - "Dolor de orejas"
Ciëlo - "Banda futura"
Crónica Amy Winehouse (domingo 22)
martes, 17 de julio de 2007
La cagada (3)
Parte 3. Yo soy el mundo entero.
Lo decía por ahí el otro día; quizá es que soy yo la que no sabe jugar. Quiero el juguete, y las pinturas, y los disfraces, y las tijeras, y los muebles. Lo quiero todo, pero no quiero reglas. Hablo claro – consecuencias llegan, canta mi rapera favorita. Si te quieres pringar, acabas con una nariz rota, por lo menos. Para eso tengo a McNamara/Troy. Voy a desvestirme de cosas aprendidas. Hago este camino como escritora. Como persona, por cuanto la que escribe soy yo y yo soy la que escribe. Trato de ocultar a una en la otra, sin mucho éxito. Voy a desvestirme, pese a quien pese a quien pese a quien pese.
Bien. Cuando decimos, así, sin dobleces: este es un discurso de poética, estoy ensayando mi propio lenguaje y busco una forma de texto que habita en mí. Decimos, decía, escribo porque no tengo otro remedio. Invento. No me atengo a la ficción, no me pidas realidad. Injerto matices entre ambas cosas. Dame ficción que yo te daré fermento. Dame concreciones que yo te daré lírica. Estoy de servicio, se oye decir a la mujer policía, siendo invitada a tomar una copa por el guapo hombre al que acaban de soltar en comisaría. Estoy de servicio, majo, siempre estoy de servicio.
Volvamos a la poética –sin saber muy bien si así la puedo llamar. Voy a desvestirme. Y con esto, voy a colonizar las palabras, todas las palabras, todos los registros, todos los recursos estilísticos, todo el arcoiris expresivo. Estén donde estén: nada me será vedado. Yo soy el mundo entero. Me apropio de los códigos, otros los pusieron en el camino para mí, otros los probaron con desiguales resultados, es mi tarea y mi derecho y mi desafine y mi obsesión hacerlo, tocarlo, palparlo, usarlo, agotarlo, agostarlo. ¿Alguna vez funcionó decirle a un niño “eso no se toca”?
Meo, cago, follo. Mierda, ano, forúnculo. Polla, culo, teta. No hay nada más poco sutil. Pero los invito a aparecer. Acto gratuito de provocación. Pequeñísima parte de la paleta expresiva. Recurso de sopapo lingüístico, remezón infértil. No busco quedarme en este lugar, sólo visitarlo en el momento en que me convenga. Porque (¿por ser yo quien soy, por ser lo que soy?) algunos parecen objetar algo, cualquier cosa, a mi derecho sobre ellos.
Me tomo muy en serio lo que hago. Aquí y aquí y aquí y en todos mis cuadernos. Son las etapas necesarias, casillas a completar. ¿Todo vale? Todo vale. Busco sentidos, esencias, certezas sin pedir permiso. Juego y mi juego no tiene limitaciones. Eso me creo, a eso aspiro. Sobre las limitaciones, los perros que me ladrán (¡perra!: ¿poética? ¡Por el coño te voy a meter tu poética!) estoy en composición de una nueva diatriba.
viernes, 13 de julio de 2007
La cagada (2)
Parte 2. Afila tu guadaña
Dije demasiadas tonterías en mi vida y no venían al caso. No había pensamiento detrás. Ahora, ya sé lo que no sé y también sé unas cuantas cosas que sí sé. Tengo por donde empezar.
Sé que he de empezar por
He de empezar por
También he de empezar por
Parece mentira que después de todas las revoluciones vividas, de haber tirado abajo todos los muros y empujado lejos todas las alambradas, estemos en este punto de insolente maniatado de las inteligencias, los discernimientos y las sensibilidades. No es que me haya caído de un guindo ayer (que también), sino que ayer quise aprender a utilizar mi libertad y mi osadía y mi molde de la necesidad. Y, ay, en ese punto es cuando hay roces. Incomprensiblemente. Almas sensibles que no saben jugar. Que se toman todo demasiado literalmente. Que se permiten juzgar o amañar una posible, una probable, un atisbo de... censura.
martes, 10 de julio de 2007
La cagada (1)
Parental advisory. No apto para meapilas.
Parte 1. De la crítica del vertido. Corte sin puntada.
Ensayo una nueva forma de hablar. Ejercito una nueva manera para la crítica. Para decir, para producir, para escuchar, para sentir. Tomemos todo como palabras llanas. Sin dobleces. Y la etimología de la “crítica” es: corte, separación. “Crítica” es hermana de “crisis”. La crítica se ejerce hacia dentro tanto como hacia fuera.
Busco deshacerme de las barreras levantadas. Tres son las paredes de mi casa que no quiero: una en mi creatividad, otra en mi lenguaje y una más en la imaginación. Parcelas que no sé cómo, cuándo aparecieron: muros de maleza, quizá, de ejercitar esas facultades poco y mal durante algún tiempo.
Nip/Tuck. Hoy no me callo. No es que lo sepa todo. No, no. Ya sé cuáles son las cosas que no sé, eso es todo. Hoy tengo una guadaña –y no un bisturí- bien afilada para, como la amiga de mi amiga la melancolía, ejercer la crítica, el corte. Usted pasa, usted no pasa.
Bla-bla-bla. Elefant talk, everywhere. Medios de comunicación, gente de la política y del show business –misma cosa-, de la cultura y del deporte. A diario, abren la boca y sueltan. No hay pensamiento previo –Descartes, ¿dónde estás? No hay poética: y poieses es realización, transformar el pensamiento en acción. No hay consecuencias. El vertido es insano, de proporciones pantagruélicas. Asesinaron nuestras conciencias a base de verborrea y baba. Anestesia total. El hambre oblicua e infinita de dotar de contenidos a nuestros mass media tiene a los spokesmen y women trabajando a destajo en el sinsentido. Se aventuran patrañas, órdenes, directrices, amenazas, teorías, reportajes, tendencias, visiones del mundo, obras totémicas, novelas monstruosas, paradigmas culturales, económicos, sociales… Dictados por quién, por qué, desde qué poder. Y, mira, mira más de cerca: con qué tasa de errores, con cuánta irrelevancia o inconsistencia entre forma y contenido. Spread the word, it gives me the creeps.
Como primer paso. No se puede decir de todo, no se puede decir de cualquier manera. Perdemos los referentes, emborronamos los contornos, se desafila la guadaña como inmersa en líquido viscoso y caliente. Hemos de ser pesados, pesados hasta decir ¡basta! La duda infinita, la inquina, el corte. No podemos dejarnos colar tanta mierda con queso. En todos los órdenes. Ejercer la crítica sabia, responsable e implacablemente. ¿No dudáis nunca, sacos de pensamiento débil?
Es que ocurren demasiadas cosas, se dicen y producen demasiadas sandeces. Algo de todo esto nos va a salpicar de mala manera, tarde o temprano.
Busco algo de verdad, ahí fuera. Aquí dentro, busco un modo de expresión, una voz, un estilo. Si alguna vez encuentro alguno, será como en aquel trip en busca de cápsulas lisérgicas en los lavabos más asquerosos de Escocia. Así será.
Hay que pringarse para encontrar algo. Para sacar algo en claro. La guadaña corta y desbroza el infame vertido de contenido incontinente sobre nuestras cabezas. Eso es hacia fuera. Y hacia dentro: está el rotulador. El papel de gramajes tozudos. La luz de interrogatorio, la silla alta y dura y el abismo. Instrumental imprescindible. Dentro / fuera. Nip / tuck. Tú pasas / tú no pasas. Abismo / Más hondo. Quiéreme / Olvídame. Hablar / Callar. No hables si no tienes nada que decir.
domingo, 8 de julio de 2007
Amores Sicilianos (reseña)
Publicada en Go Magazine, julio-agosto 2007
"Amores sicilianos"
Vlady Kociancich
Seix Barral
A un planteamiento y un título como estos, les imaginábamos una base en la tradición de literatura romántica, probablemente un catálogo de formas del desencuentro. Quizá porque hay una mujer en el centro de la trama, y dos hombres: el marido descuidado y frío, y el amigo de toda la vida al que doblegar en pasión amorosa; quizá porque hay un viaje en pos de un escritor –Lampedusa-, una inesperada herencia, islas mediterráneas y volcanes de fondo paisajístico… Pero se reproducen los equívocos, como en una sala de espejos. Porque no podemos obviar que, además, están la muerte, la duda, la culpa, el asesinato por omisión, la traición, la infidelidad, la melancolía de los emigrantes, el sello de desgracia que arrastran los lugares -“el poder de los lugares” en palabras de Kafka. Y, al no ser lo que parece, “Amores sicilianos” se revela inesperadamente como un producto mucho más complejo, con su obsesiva acumulación de capas de sentido, de textos y subtextos; los personajes –Julia, Fenner, Cavani, Osorio- escriben, dejan huellas, actúan siempre como escritores, literalmente. Y, en todos los lugares comunes sobre los que parecía asentarse el libro, hay brechas, profundos intervalos, resquicios abiertos por los que se escurre cualquier posibilidad de certeza, dejando al descubierto la desasosegante trama de conceptos y miradas. El caparazón romántico que lo envolvía todo no es más que una engañifa, un pretexto para escarbar en negruras del alma que poco tienen que ver con el amor.
miércoles, 4 de julio de 2007
La nueva cultura extramusical
En general, han salido piezas muy breves y muy directas, que espero capturen la multiplicidad, la locura y el colorido de esas actividades: mucho menos llamativas que el cartel musical, son un complemento imprescindible para su personalidad. Para variar, me he divertido horrores.
martes, 26 de junio de 2007
El problema de la vivienda
En realidad no. Todos necesitamos casa. Todos debemos tener un lugar donde cobijarnos. Un lugar, dice el saber popular, donde caernos muertos. Si eso fuera tan fácil. La casa es mucho más que eso. La casa es grande, es chica, es humilde, es vieja, es nueva, es de los antepasados, es ostentosa, es primordial, es de chapa, es de lata, es de ladrillo, de madera, de cielo raso o de cartón corrugado. La casa habla de ti, dicen los publicistas. No jodan.
Marca de clase, garantía de estatus, prueba de pertenencia, lo ha sido siempre, no hay que engañarse; pero el supuesto derecho, hoy, es un sangrante privilegio. El "tener" y el "no tener" marcan la "diferencia".
Si el poder corrompe, la envidia corroe. Si la casa es un derecho, en un tris se convierte en tu ruina. Si elegimos bailar al son de los expoliadores, especuladores, fabricantes de sueños, hemos de tener claro que el terreno es cenagoso. Tan, tan cenagoso, que sé que no manejo en absoluto las tres o cuatro coordenadas básicas para escribir los cuentos que deseo escribir. Mientras una casa propia es un sueño que ya no sueño, puedo soñar con escribir mis cuentos.
viernes, 15 de junio de 2007
Para no olvidar (reseña)
“Para no olvidar”
Clarice Lispector
Siruela
“Para no olvidar” pertenece a ese género que puede llamarse “libros de escritor”: escritos para sí mismos, sin tenernos en cuenta, quizá ni siquiera se escribieron como tal: compuestos de heterogéneas materias, pueden entrar en la categoría de “libro de editor”. Se llamaba originalmente “Fondo de cajón” –mucho menos sonoro, menos comercial-, y es fácil imaginarse las gavetas de Lispector empachadas de papeles garabateados, de todos los gramajes y tamaños. Sin embargo, ella no nos va a dejar rebuscar en el cajón a nuestro antojo; sólo después de la poda, la censura y la corrección llegarán a nuestras manos unos textos informales sólo en apariencia, sugerentes más que explícitos, testigos de su genuina manía de escribir. Apuntes, recortes, notas, micropoesías, prosas que no caben en ninguna clasificación: lo inacabado y lo impreciso de sus límites deja ver a menudo la tramoya –fina o gruesa, dependiendo del nivel de elaboración- de lo que es conocido como obra “oficial” de Lispector. “Los espejos” o “Perfil de los seres elegidos” son ejemplos de su pasión por la prosa viva, palpitante, que o bien enamora o da asco. “Malestar de un ángel” revela su viso humorístico. Hay “Literatura y justicia” o “Un escalón más arriba”, reflexiones en el interior de su trabajo. Pero todo este libro no valdría un coatí sin los dos textos (en posición central, qué cucos) dedicados a sendos viajes a Brasilia, crónicas de espesura lírica que producen un nuevo complejo: la vergüenza del turista.
viernes, 8 de junio de 2007
El asco
“Cavani desconfía de los diarios, se opone al cuaderno que arrastro en mis salidas, lo llama pérdida de material, ficción que aborta en soliloquios narcisistas” (Amores sicilianos, Vlady Kociancich, Seix Barral, p. 53)
Tropiezo con estas frases y me animan. Gatillan el intento de respuesta al interrogante. ¿Qué es lo que hago mal? El asunto, el ISSUE, es un resquemor antiguo. Éste, por ahora, no es un blog “de creación” (y, cuando lo sea, quizá lo avise, quizá no). No es tampoco un “diario”. Lo titulo, ahí al lado, “diario de trabajo”. Formalismo para decirme a mí –a todos- que aquí se trata de esa basta y desnutrida palabreja, el “trabajo” (aunque sigue sin estar muy claro qué es lo que yo llamo trabajo), y no me atrevo a llamarlo “profesión”. Rechazo, con asco, la idea de los diarios publicados. Celebro los diarios de ficción, la farsa y la guasa inverosímil de jugar a la verosimilitud. Celebro el juego en ellos. Pero yo tengo la manía del diario. Sí, el cuaderno que arrastro donde quiera. Un cuaderno simbólico, de aire, de frases sueltas o de instantáneas volátiles. Con él voy cocinando mi discurso (al mismo tiempo que se vuelve rancio e indigesto).
El diario, una vez que se exprime para los otros, deja de ser tal cosa. Es una invención en aras de un material autobiográfico, más o menos soterrado. Mandé al cuerno el anterior carolinkfingers, después de algo más de dos años, porque ya no respondía más a esas normas, porque ya no me dejaba jugar. Era un puto juego. Para interrogarme, para encontrar huellas o pistas o caminos, para desbrozar una realidad que cada día me es más ajena y cada día entiendo menos. ¿Es que, acaso, soy yo la que no sabe jugar?
Escribir es mi única ancla. Trabajo, trabajo escribiendo, escribo para otros tanto como para mí misma, sigo dictados ajenos y me atengo a autodisciplinas –más violadas que las maracas de Machín. Me salí, con asco, de ese narcisismo ensimismado de contarse-uno-mismo; por más que yo intentara recrear las experiencias en versión literaria, no estaba contando con
Ok, soy TAN ingenua. Dejé aquello, escondí la cabeza, y aún la escondo. Soy consciente de cuán contenidos son los textos que doy desde entonces. De tanta despersonalización como solicité para mi escritura, me embarqué en la más pura ficción. Todavía podría hacerlo mejor (y no se me ocurre cómo lo hace, este señor, para soportar tanta vigilancia asfixiante; cada palabra de su ficción extraordinaria es leída como espasmo vital de él mismo, qué movidón). Cerré las compuertas, escribí sólo en los cuadernos, dejé de ventilar cada reflexión por miedo. Es un asco. Pero no puedo separarme del diario.
De trabajo, ¿eh?, de trabajo.